Zelda inmortal
La saga de aventuras vuelve a su origen. Tras 25 años, Nintendo desvela con ‘Skyward Sword’ el mito de la espada maestra
The Legend of Zelda – Skyward Sword.
ADN.es
Hace 25 años, un niño grande llamado Shigeru Miyamoto jugaba a convertir Nintendo (hasta los setenta, una empresa dedicada a los juegos de cartas) en un monstruo del ocio electrónico.
En aquella época, el jóven Miyamoto no sabía que cada idea que pasaba por su cabeza se convertiría en un auténtico referente para el mundo de los videojuegos. Que sus palabras se convertirían en ley. Así nació el ya mítico Donkey Kong (1981), pero no contento con eso, Miyamoto fue un paso más allá y creó, en 1986, The Legend of Zelda. De un plumazo, y para una consola que apenas tenía potencial gráfico o de procesado, surgió un juego edificado sobre tres pilares básicos: libertad, evolución y profundidad.
Sobre esta particular Tri-Fuerza encontramos los conceptos que hoy en día son cotidianos en todos los videojuegos. Aunque, por supuesto, en aquellos locos ochenta, Zelda fue una auténtica revolución.
The Legend of Zelda, el primer juego de la saga, mostraba un mundo abierto en el que el usuario podía moverse de una forma diferene a la acostumbrada línea lateral (para más inri, unidireccional) que primaba en los videojugos contemporáneos. Además, no sólo había que jugar sino que también había que evolucionar a Link (personaje principal de la serie) y llevarlo desde un flojo comienzo a un poderoso final. Esto es: mejorar sus armas, conseguir que dispusiese de más salud, etcétera.
Por último, aunque en la primera versión del juego no se notase, el personaje tenía algo más que un sombrero y unas orejas de punta: pertenecía a una leyenda, era un futuro mito con una historia que permitía tener mucho más que contar que el resto de los personajes de videojuegos.
Sobre estas tres patas se asientan, hoy en día, no sólo los mejores juegos que conocemos sino toda una industria.
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