Mis primeros recuerdos televisivos verdaderos se remontan a aquel magnífico programa que me mantenía cada sábado quieta en el sofá, o incluso en el suelo, quieta, atenta a cada movimiento de cámara. Supongo que podríamos decir que La bola de cristal sembró la semilla que daría lugar a la adicta a las series que soy hoy en día, y que de alguna forma me ha traído hasta este blog. Por el camino, muchas ficciones descubiertas que me han mantenido cada vez más atenta a lo que se desarrollaba alrededor de la pequeña pantalla.
Cada vez que miro mi calendario de emisiones (TV Calendar o Episode Calendar son mis opciones), me asusto de la cantidad de series que hay en él. Pero es que además sé que cada año añado unas cuantas más gracias al continuo movimiento de la parrilla norteamericana o británica. Este año, por suerte o por desgracia, lo cierto es que una gran mayoría de los estrenos me han dejado más fría que el iceberg del Titanic, hasta el punto de que las noticias sobre cancelaciones o renovaciones de nuevas series no han sido mi prioridad.
Entre esos grandes estrenos que decepcionan podemos contar Falling Skies (que sí tendrá segunda temporada), Terra Nova (que anda buscando quién la quiera después de que la Fox cerrara la puerta, aunque las últimas noticias hablaban de conversaciones entre 20th TV y Netflix), The Finder (que abandoné al segundo capítulo, aunque igual le doy una nueva oportunidad en vacaciones), Grimm (que también he dejado para momentos en los que no tenga nada más), Person of Interest, Alcatraz, Unforgettable, Ringer…
Sin embargo, sí ha habido unas cuantas con las que sí he conectado, y que, para mí, salvan este año de ser un absoluto desastre:
¿Quién podría resistirse a esta pareja?
–Homeland. Un marine norteamericano liberado tras 8 años secuestrado en Iraq y una inestable agente de la CIA que ha recibido un soplo sobre un posible infiltrado preparado para atentar contra Estados Unidos. La mezcla perfecta de intriga, acción, drama y, por qué no, sus pequeños puntos de soap opera. Que además Saul Berenson fuera nada más y nada menos que mi idolatrado Íñigo Montoya (conocido en el mundo real como Mandy Patinkin) añadió puntos al que muchos consideran, sin discusión por mi parte, como el estreno del año. Afortunadamente con la primavera llega el comienzo del rodaje de su segunda temporada.
–Suburgatory. Una adolescente y su padre (soltero y de buen ver) se mudan a una urbanización de los suburbios de Nueva York. Después de vivir en la Gran Manzana el choque con esta nueva realidad es, cuando menos, desconcertante. Comedia sin ningún tipo de complejo ni aspiración más que el puro entretenimiento, lo cual es de agradecer de vez en cuando. Aunque a veces falle en el apartado de provocar carcajadas, lo cierto es que los guionistas han logrado algo que creí imposible en el piloto: que tome cariño a los secundarios como Dalia y Dallas.
–American Horror Story. Del creador de Nip/Tuck y Glee, Ryan Murphy, nos llegó este otoño su última creación: una historia de miedo alrededor de una casa encantada. Reconozco mi escepticismo al ponerme el piloto, más que nada porque no veía a Murphy dentro del género y porque no tengo entre mis preferidas muchas series de miedo, pero lo cierto es que hay que quitarse el sombrero. La segunda temporada ya está en marcha, con Jessica Lange y Zachary Quinto en papeles principales.
Con la cara de bueno que tiene y lo mal que nos lo hace pasar a veces…
–Revenge. O como resucitar “Falcon Crest” sin ningún tipo de pudor y engancharnos a muchos por el camino. Envidias, traiciones, engaños, hijos ilegítimos, matrimonios, ricos y no tan ricos, enfermos mentales… Revenge lo tiene todo y más. Y cuenta además con una Madeleine Stoweque se postula en mi panteón particular como digna sucesora de Angela Chaning. Aún no se ha dicho nada sobre su renovación, pero con las audiencias que tiene es casi una apuesta segura.
Soy mala… y me gusto
–Once Upon a Time. Todos los personajes de todos los cuentos clásicos viven ahora en Storybrooke (Maine) como consecuencia de una maldición que, además, les ha hecho olvidar quién son. Amable sin llegar a ser empalagosa (aunque a veces roza peligrosamente el límite), divertida sin ser cómica, oscura sin ser de terror y, sobre todo, muy consciente de sí misma y de lo que tiene que ofrecer, hasta el punto de que disfruto de cada guiño que hacen a otras series (fundamentalmente Lost) y películas (con Disney tienen un filón, claro).
Smash, Awake, Luck, Inside Man o Touch son algunas de las que aún están a la espera de juicio, aunque de momento las sensaciones son buenas, mientras se acerca el estreno de Scandal, llamada a ocupar el hueco en mi vida que dejó el final de El Ala Oeste de la Casa Blanca.
Un fenómeno aparte es Juego de Tronos, capaz de mantenernos enganchados a ella durante todo un año solo con las noticias sobre la ya inminente segunda temporada. La labor de promoción de HBO ha sido de sobresaliente desde que se anunció el estreno de la primera temporada (emitida en abril de 2011) a base de tráilers, vídeos de los rodajes, entrevistas… El invierno televisivo casi está aquí, y, de momento, the cold winds are rising…
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