En el año 2005 el cineasta inglés Michael Winterbottom logró algo que parecía imposible: adaptar la inadaptable novela Vida y opiniones del caballero Tristram Shandy, de Laurence Sterne, un fabuloso relato construido sobre digresiones y anécdotas que dispersan el objetivo real del narrador: contar su vida. Winterbottom recurrió a un ejercicio metaliterario y metacinematográfico y aquella adaptación es, en realidad, una suerte de making of de ficción de una película imposible de rodar. El reparto de esa divertidísima marcianada lo encabezaban los actores Steve Coogan (protagonista de 24 hours party people) y Rob Brydon, que interpretaban al mismo tiempo a los personajes de la novela (Tristram Shandy y Toby Shandy, respectivamente) y a una versión narcisista y autoparódica de sí mismos en la que se intercambiaban afilados comentarios despectivos.
En The trip, miniserie de seis capítulos rodada para BBC en el año 2010 y comprimida en una película que se estrena ahora en España, el director de Código 46 (2003) reúne de nuevo a estos dos portentosos intérpretes. En este caso se trata de una road movie rural en la que Coogan y Brydon -de nuevo en una versión esperpéntica de sí mismos- recorren el norte de Inglaterra con el objetivo de elaborar una guía gastronómica para el dominical británico The observer. Dos personalidades antitéticas cuyos egos chocan constantemente alrededor de los platos más exquisitos que pueden degustarse en Reino Unido en conversaciones apasionadas sobre temas elevados y discusiones bizantinas alrededor de perfectas banalidades (el duelo de imitadores de Michael Caine es descacharrante) levantadas siempre desde la improvisación y una agilidad humorística formidable.
Winterbottom, uno de los directores contemporáneos más prolíficos y versátiles, plantea una ficción a medio camino entre el documental turístico-gastronómico y la autoficción paródica a lo Curb your enthusiasm. No hay guion, sino más bien una escueta estructura narrativa alrededor de la cual los protagonistas improvisan sus diálogos. El cineasta entrega su película a Coogan y Brydon, les deja hacer con total libertad y éstos le devuelven uno de los filmes más inspirados y divertidos de su carrera.
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