Ya no hay duda. Este va a ser un verano movidito. Tanto o más que el del año pasado. Y muy del estilo de los estíos que venimos padeciendo desde que un funesto mes de agosto de 2007 estallara la crisis de las hipotecas subprime en Estados Unidos y, tras ello, saltara por los aires toda la economía mundial.
La ayuda que nos está prestando la Unión Europea para sanear la banca no es gratis. La vigilancia, como ya se está viendo, va a ser muy estrecha a partir de ahora. El presidente Mariano Rajoy, que ha estado mareando la perdiz durante seis meses, no tiene más remedio que empezar a tomar decisiones. Lo del IVA, que estaba cantado desde antes incluso de que llegara a la Presidencia del Gobierno, no es más que el principio de una retahíla de iniciativas que tendrá que acometer si quiere conservar su puesto en el Palacio de la Moncloa.
Y es que en Bruselas están bastantes hartos de Rajoy. Al principio le vieron con esperanza tras el desastroso último mandato de Zapatero, pero pasadas las primeras semanas ya vieron que no era la persona adecuada para sacar a España del atolladero porque, más que tomar reformas de calado, ha ido prefiriendo los parches para salir del paso.
Ahora, con la excusa de la ayuda financiera, le están obligando a hacer todo aquello que le recomendaron desde el principio. No obstante, siguen sin fiarse de Rajoy. Hay quien le ve “demasiado contaminado por el sistema como para emprender la voladura controlada del mismo”. Sirva el caso de las diputaciones provinciales como ejemplo: Rajoy se niega a suprimirlas, lo que ahorraría 6.000 millones de euros, por el simple hecho de que él en su momento fue presidente de la de Pontevedra y las considera esenciales para el futuro de España.
Por eso en la UE y en Bruselas hay gente que lo tiene muy claro: hay que mantener la presión sobre España para obligar a Rajoy a seguir por el camino que a duras penas quiere recorrer. Por tanto, no es previsible que la prima de riesgo vaya a relajarse sobremanera los próximos meses. Es más, no hay que descartar que finalmente España tenga que ser intervenida por completo si el Gobierno no cumple lo prometido y los intereses de la deuda se disparan.
En ese caso, el Ejecutivo, hasta ahora apoyado en una confortable mayoría absoluta, podría caer, o al menos su presidente. De ahí que en Bruselas se barajen ya varias opciones de posibles candidatos `neutros´ que pudieran tomar el relevo de Rajoy a lo Mario Monti en Italia. En un principio se pensó en Rodrigo Rato, que gozaba de cierto prestigio tras su paso por el Fondo Monetario Internacional, pero la crisis de Bankia ha acabado por chamuscar esa posibilidad.
Y, aunque parezca sorprendente, hay quien apunta el nombre de la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, como sustituta ideal en el caso de que una intervención total del país acabe provocando la marcha de Rajoy.
Esperemos que no haya que llegar a ese extremo por el bien de la economía española, pero todo apunta a que este verano, una vez más, va a ser movidito. Habrá momentos de alta tensión. Todo es posible.
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