Vejez y pensiones
Los datos que ofrecen el padrón español correspondiente a 2007 y de Eurostat sobre la evolución de la población europea coinciden en llamar la atención sobre el envejecimiento galopante en ambos ámbitos, hasta el punto de que dentro de siete años en la Unión Europea morirá más gente que nacerá, y ni tan siquiera la aportación de los inmigrantes que han ayudado a maquillar las cifras del crecimiento demográfico, servirá para revertir la caída del crecimiento vegetativo, que seguirá siendo muy lento y más basado en la longevidad de los españoles y europeos que en la natalidad.
Los datos y proyecciones sobre la pirámide poblacional están siendo aprovechadas para reiterar los mensajes preocupantes sobre la permanencia del sistema actual de pensiones, pilar esencialísimo del Estado de Bienestar y sobre el que se ciernen todo tipo de amenazas sobre su desaparición a medio plazo.
Sin negar los riesgos latentes atribuibles al envejecimiento tanto para el sistema de pensiones, como para el sistema sanitario, el mercado laboral y el reciente sistema de dependencia, se trata de lanzar un mensaje de optimismo porque todavía queda tiempo de reaccionar, con medidas europeas y nacionales, antes de que la situación financiera se pueda volver insostenible.
El padrón también ha puesto de manifiesto que en nuestro país ya viven más de dos millones de octogenarios, de los que dos terceras partes son mujeres y muchísimos de ellos viven solos, lo que exige un esfuerzo suplementario de los servicios sanitarios y sociales, lo que viene a poner de manifiesto que además de reformas económicas hay que recuperar viejos usos sociales.
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