Vanidades y ofensas
09 de Marzo de 2009 | Lucía Etxebarria
Vano quiere decir vacío, y hombre lleno de sí está siempre vacío. Para mí vacío es aquel que devuelve una medalla porque considera que cuando se la dieron a él se la dieron con buen criterio, pero que si se la dan a otro, el criterio es erróneo. El criterio en ambos casos es el mismo, pues la entrega el mismo Ministerio. Ministerio con cuyos criterios estoy en profundo desacuerdo, pero no por la misma razón que Morante, Tomás o Camino.
El concepto de arte, por supuesto, es subjetivo, porque se trata de una experiencia subjetiva tanto emocional, intelectual como estéticamente. Sin embargo, creo que estamos de acuerdo muchos en que la tortura y el sufrimiento no deben ser arte. Por eso no consideramos arte a las snuff movies. Como creemos que ciertos valores no deben estar por encima de las diferencias culturales subjetivas, nos parece bien que en España se juzgue a los padres de una niña obligada a casarse a los 12 años con un primo de 40, por mucho que Mauritania proteste y aluda al respeto a las manifestaciones culturales. En casi todos los países del resto de Europa el toreo está prohibido y aquí en España el 90 % de la población no va nunca a los toros, incluida nuestra reina, y un 50 % no lo consideran arte. ¿Podría pues pedirle desde aquí al Ministerio que no ofenda a la enorme población antitaurina española concediendo la Medalla de las Bellas Artes a un torero? Para colmo, esta población sufraga con sus impuestos no solo el Ministerio, sino también la fiesta, que nos cuesta 47 euros al año a cada familia española.
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