Ha sido una semana dura para los sociólogos y para los rumberos. Por la parte de los sociólogos se veía venir (Brexit, Colombia, Trumb) la gente se está empeñando en salirse de las encuestas. En los últimos años me indigno cada vez que me hacen una en la que se empeñan en que opine lo mismo que el diseñador de la susodicha encuesta y ni siquiera se quieren enterar poniendo la casilla de OTRA respuesta.
La celebración del Madrirumba ha coincidido con la muerte de Enrique Romero “El Molestoso” un amigo como los de antes del facebook y la semana se cierra con el deceso de Leonard Cohen. Ya saben que el mayor síntoma de la muerte del periodismo son las urgencias de las redacciones de los periódicos ante la muerte, especialmente en la sección de cultura. Por eso compadezco a mis colegas con contrato en días como ayer en los que se amontonan las muertes de Leonard Cohen, Francisco Nieva y Perico Fernández (un día el País consideró que el boxeo no es un deporte así que también debe ser cultura, como los toros).
Ningún medio español se ha hecho eco de la muerte del senegalés El Hadj Ndiouga Dieng, uno de los pilares de l’Orchestra Baobab, una formación que nos ha ofrecido conciertos maravillosos.
Resumo los acontecimientos de la jornada de ayer viernes. A las cinco de la mañana escucho la noticia en la radio. Cohen ha muerto, me duermo. La noticia se repite cada hora, sé que no tardarán mucho en llamarme. Efectivamente a las siete y media, me llaman ¡desde la redacción! Voy desgranando algunos recuerdos. De verdad ¿no prefieres que lo escriba? Al rato el colega ha subido parte de la conversación a la web y el artículo va firmado con mi nombre. Escribo una crónica que sustituye esa conversación por mis recuerdos de Cohen en un nivel superior de consciencia. Se queda el primer titular: “España y el sentimiento trágico de la vida” me doy cuenta cuando me felicitan por el facebook.
Tardo horas en comprobar que han publicado mi crónica del festival Madrirumba. Afortunadamente la han compartido en las redes y sobrevive al funeral. A las siete, nueva llamada de El Mundo, quieren que amplíe mi artículo para la edición en papel. En twitter se ha movido gracias a un montaje fotográfico. Le vuelvo a poner el título de las 10 de la mañana: “Leonard en el confesionario, el acabose”. He añadido unas disgresiones sobre Dylan que vienen a decir que el que se merece de verdad el nobel de literatura es Cohen y que se lo merece, al menos, por el discurso del 2011 cuando recibió el premio príncipe de Asturias. Envié el artículo ampliado. Lo reenvié un poco más tarde. Total que mi jornada laboral se ha llevado unas catorce horas. Y cuando veo mi artículo publicado; así, en papel tangible, con llamadas desde la portada y el título que se acerca al original pues… me gusta más la versión digital.
¡Qué tiempos!
Señores hacedores de encuestas pongan la p… casilla de OTRA RESPUESTA (No me valen las preguntas)
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