Una epopeya a la que llamaron la trashumancia
León celebra hoy la fiesta que recuerda las caminatas entre León y Extremadura de cientos de rebaños de ovejas
Fulgencio Fernández León
No ven la vida de igual manera quienes van y vienen por los caminos detrás de los rebaños o de un futuro mejor (la emigración no deja de ser un nuevo modo de trashumancia) que quienes permanecen toda la vida en el mismo sitio”. Así describe el poeta Julio Llamazares la condición de pastor en el prólogo del libro ‘La trashumancia: Cultura, cañadas y viajes’, de Manuel Rodríguez Pascual, el mejor conocedor del mundo de los pastores y la trashumancia y quien más ha escrito de ellos. De hecho, el mencionado volumen podría considerarse ‘la Biblia’ de este fenómeno que él mismo define como epopeya.
Y lo que no hace mucho fue una epopeya hoy ya es casi un recuerdo y una fiesta. La que hoy se celebra en Prioro y recuerda “la epopeya que protagonizaron hombres humildes, recios, curtidos en esperas y soledades, y que era insuficientemente conocida, pese a su universalidad pues no se trató de un fenómeno exclusivo de la Corona de Castilla, que desde los tiempos del Rey Sabio puso en pie la organización de La Mesta, la trashumancia se practicó en toda la península, desde León a Extremadura, Castilla a Andalucía, Aragón y Cataluña hasta Valencia y Murcia”, explica Pascual.
Los datos sobre la trashumancia son realmente espectaculares. En la montaña leonesa la profesión de pastor fue, sin duda, la más extendida. Y dura. “El de los pastores es un mundo lleno de matices, como transportado de otra época, en el que priman otros valores distintos a los de la sociedad actual, de solidaridad, de amor al trabajo, de no quejarse de nada, de cumplir 12 o 14 horas andando cada día, unas veces bajo un sol abrasador, otras veces bajo la lluvia…”, explica el citado Manuel R. Pascual y confirman gentes que han hecho muchos años la trashumancia entre los montes leoneses y las dehesas extremeñas. Teodosio Martínez Prado, Tío Teodosio de Prioro, recordaba en sus memorias como “con sólo 14 años ya me acomodé en un rebaño de merinas trashumantes.
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