Una cara con ángel
Paula Amarante abandonó hace diez años Televisión de León para entrar a trabajar enel archivo de la Diputación
Joaquín Revuelta León
Durante años fue la imagen de Televisión de León. Todavía hoy, pese al tiempo transcurrido desde que abandonó los focos del plató de la televisión local para sumergirse entre libros y legajos en el archivo de la Diputación Provincial, algunos viandantes se la quedan mirando mientras se preguntan: ¿dónde he visto yo esa cara? Los más curiosos se atreven a abordarla por la calle para preguntarle: ¿Tú no presentabas el informativo de noche en Televisión de León? Un compañero del periódico me dice que medio León estaba enamorado de Paula Amarante. Conozco a Paula desde hace años,cuando compartíamos ruedas de prensa -las menos por mi parte-, algunas horas de tertulias en el Hostal de San Marcos con nuestro común amigo Juan Luis Puente, y la afición por el cine, que en su caso le viene de familia porque su padre fue proyeccionista antes que banquero en su ciudad natal, Santander. Quedamos en una céntrica cafetería para charlar, porque este reportaje no sabría enfocarlo como una entrevista formal sino como una charla entre amigos. Le digo que la primera pregunta es obligada: ¿No echas de menos tu vida pasada? Paula Amarante lo piensa mientras esboza esa sonrisa que cautivó a miles de espectadores: “Pues, no”.“Echo de menos algunas cosas, pero no sólo por haber trabajado en televisión sino por el hecho de tener veinte años, por la ilusión de comenzar en un proyecto nuevo, por la gente que pasó por allí y que dejó huella. Lo recuerdo con mucha ternura, pero echar de menos en el sentido de pérdida, creo que no. Es un proceso, algo que viví, que disfruté, donde aprendí muchísimo y me sirvió para poder ser lo que soy ahora”.
Amarante recuerda que en una ocasión, cuando ya había dejado la televisión, el malogrado Luis Pastrana le comentó que era una persona que lo tenía todo programado, que había entrado en televisión al inicio del proyecto, había vivido los años de eclosión de este medio y lo había dejado como la Garbo, en el mejor momento de su vida profesional.
¿Por qué renunció Paula a la popularidad que siempre otorga el medio televisivo? “A nivel personal y laboral tenía otra vida. Estudié Biblioteconomía y Documentación, aprobé una oposicióny entré a trabajar en el archivo de la Diputación, un trabajo que me encanta porque amo los libros. La consecuencia es que empecé a tener una vida personal mucho más rica, porque disponía de un tiempo libre que he podido dedicar a mi marido y a mis hijas”.
Amarante reconoce que aunque siempre tuvo vocación de periodista las circunstancias la llevaron por otro camino. “Fueron pasando los años y las condiciones en las que estaba trabajando en la tele no eran las más adecuadas. También empecé a darme cuenta de la importancia de tener una vida que te satisfaga plenamente. Como sabrás la profesión periodística no casa muy bien con la vida privada, sólo se piensa en el trabajo y prácticamente no tienes vida propia. Empecé a trabajar cuando tenía 20 años y me fui con 28. Me había echado novio y me empezaba a plantear una vida un poco más equilibrada en ese sentido. Me di cuenta de que si seguía trabajando en Televisión de León corría el riesgo de no poder desarrollar otras facetas de mi vida que me interesaban igualmente”.
Paula Amarante vuelve a sonreír tímidamente cuando le pregunto por los épicos comienzos del primer canal de televisión local a principios de los noventa. “Yo estaba buscando un trabajo al tiempo que estudiaba Filología. Recuerdo que ví un anuncio en el periódico que decía que se necesitaban redactores para una empresa de publicidad. Me presenté, me dijeron que iba a ser una televisión y que me llamarían. Al poco tiempo recibí una llamada en la que me decían que tenía que acudir a la calle Covadonga para realizar una prueba. Supongo que la superé porque al día siguiente me contrataron”.
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