La campaña electoral que está teniendo lugar estos días con motivo de los comicios europeos del 7 de junio está resultando una de las más anodinas de la historia de la democracia en España. Los candidatos no ilusionan, los partidos no se esfuerzan en explicar a los ciudadanos lo que está en juego y la terrible coyuntura económica ha dejado las elecciones en un plano muy secundario.
El dato de participación de los comicios puede rozar cotas históricas, superando incluso aquel raquítico 42% que se logró en el referéndum sobre la Constitución Europea celebrado el 20 de febrero de 2005. Buena parte de la culpa de que los ciudadanos ni siquiera se hayan enterado de que hay elecciones la tiene la maldita crisis: los partidos han reducido drásticamente su propaganda y los medios de comunicación, que son uno de los sectores más afectados por la crisis, han renunciado a hacer campaña junto a los candidatos, por lo que la cobertura de estas elecciones está siendo inferior a cualquier otra.
Para colmo, el nivel de los candidatos deja mucho que desear. Así se ha visto durante los dos debates cara a cara celebrados entre Jaime Mayor Oreja y Juan Fernando López Aguilar. Ambos han estado más preocupados de desacreditar al contrario que de exponer su visión sobre la Unión Europea. E imperdonables son determinados errores de bulto cometidos durante esos debates, sobre todo por parte de López Aguilar, que demuestran que ni siquiera ellos se conocen la materia europea.
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