Un Quijote futurista se pasea por China de la mano de Rafael Amargo
Pablo Neila Pekín
Con su compañía de danza, que le hace sentir “como en casa” allá donde viaja, el bailaor andaluz Rafael Amargo se pasea estos días por Pekín para enseñar flamenco, representar su futurista visión del Quijote y disfrutar de una ciudad en ebullición a menos de un mes de los Juegos Olímpicos.
Aunque no cumplirá su sueño de taconear sobre el majestuoso Templo del Cielo, sus pasos sí retumbarán en ‘El Huevo’, Gran Teatro Nacional, el último órdago arquitectónico con el que la capital china ha roto con su imagen otrora estalinista, y donde “DQ… Pasajero en tránsito” hace ahora escala.
Sin embargo, antes de que Amargo y sus gentes asombren al público chino, una audiencia ya de por sí predispuesta a la sorpresa, el coreógrafo granadino ha tenido tiempo esta semana de rodearse de jóvenes aficionados chinos al flamenco, un nuevo objetivo para el artista tras conquistar Japón.
“Si conseguí que los japoneses bailarán flamenco, voy a conseguir que lo hagan los chinos”, sentenció Amargo, más seguro de su éxito en el “grande” de Asia tras observar los zapatos de baile de las estudiantes que acudieron a escucharle, en su calidad de maestro, en el Instituto Cervantes.
Amargo se mostró entonces “sorprendido”, más que un chino ante su Quijote virtual, al comprobar que “había gente que conocía el código del flamenco” entre sus improvisados pupilos, que como su país, presentan “muchas ganas de abrirse al mundo, aprender y dar todo lo que tienen”.
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