Ayer por la noche Mateo se presentó en mi puerta con un par de bolsas en la mano. Pensé que era un regalo. “Algo así”, me contestó. Empecé a revolotear alrededor de sus bolsas, tratando de abrirlas para ver de qué tipo de regalo se trataba. Lamentablemente, el juego duró poco y pronto descubrí que era un regalo trampa. Mateo se dirigió directamente a mi cocina. Sí, tengo cocina, totalmente desaprovechada, el lugar que menos frecuento de mi casa, pero la tengo. Y empezó a sacar alimentos para, según él, prepararme la mejor velada romántica que he tenido en mi vida. Yo, que utilizo los armarios de mi cocina para guardar los complementos que no me caben en otras estancias, me quedé impresionada por su valentía. No sabía qué pretendía cocinar pero, siendo sinceros, con el escaso menaje del hogar que tengo no creo que pudiera pasar más allá de una ensalada. “Tú relájate, toma esta copa de vino y encárgate de encender las velas”, insistió. Una hora y media después, una vela prácticamente consumida, y un par de copas menos en la botella, apareció el chef de la casa ante la atenta mirada de Tarzán, que cada día se parecía más a mi madre. Sólo le faltaban las gafas. ¿Estás preparada?, porque aquí tienes la mejor cena que hayas probado nunca. ¿Sabes?, mi vocación frustrada es cocinero o chef, como se dice ahora. “¡Vaya, la mía multimillonaria! ¿Quién te crees que eres el nuevo David Muñoz y quieres que yo sea tu Cristina Pedroche?”, le contesté. Lo cierto es que nunca he estado en ninguno de sus restaurantes, pero creo que aquella noche probé los mejores espaguetis con almejas que he probado nunca. Por otro lado, es cierto que no era un plato muy elaborado, pero es mucho más de lo que se hacer yo en mi cocina. “No está mal, le dije, pero los he probado mejores”, es bueno mantener siempre la tensión. Justo cuando estábamos a punto de terminar, le sonó el teléfono. “Discúlpame, lo tengo que coger”. Y, como casi todos los días que estábamos juntos sobre esa hora, se retiró a la habitación para atender la llamada. Estuve a punto de disimular e ir hacia el lavabo para poder oír algo de lo que decía, pero no lo hice. Me parecía una falta de respeto al otro, aunque este aspecto moral llegado el momento podría pasármelo por alto. La verdad era que no sabía si estaba preparada para saber lo que había detrás. De momento, todo era perfecto así como estaba. Y dadas mis últimas experiencias, a veces, demasiada información, es mala para una relación. Estaba acariciando a Tarzán y aguantando su mirada de “no te fíes de éste”, cuando volvió. “Bueno, ¿por dónde íbamos”, preguntó. “Íbamos porque a ti te toca ahora poner el lavavajillas, mientras yo abro otra botella para el postre”, le respondí. “Siento decepcionarte, pero no he traído postre”. “No te preocupes, invita la casa”.
Tweet
Seguir:
- Siguiente historia
Un alcalde atrincherado en Sol
José Manual Fraile se encierra en la Comunidad tras el cese del tranvía de Parla
- Historia previa
Más allá de ‘Mad Men’
No sólo Don Draper y compañía son iconos de estilo: he aquí la alternativa
¿Quieres anunciarte en esta página? ¿O que publiquemos tu artículo?
Escríbenos a info@curiosos.info
Entradas recientes
-
El Madrid se da un homenaje
La goleada blanca al Dinamo deja un récord en la Champions: cuatro goles en 20 minutos
-
Cae la banda de ‘Los Turistas Chilenos’
Entraban en madrid con visado de turista, robaban tres meses y se marchaban | Sólo asaltaban casas sin alarma en urbanizaciones de lujo.
-
Amaia Montero: “Se aprende mucho más trabajando en solitario”
La ex cantante de La Oreja de Van Gogh presenta su segundo álbum en solitario
-
Nueve islamistas condenados por el atentado de Casablanca se fugan de prisión
Lograron huir a través de un túnel excavado hasta la salida de la cárcel desde las dos celdas contiguas en las que estaban recluidos
-
Las coordenadas de Weekend!
Más
Comentarios recientes