03 de Octubre de 2011 | Lluís Regàs

El Barça manda otra vez. Fastuoso en el Camp Nou, el equipo de Pep Guardiola es mucho más terrenal en campo contrario. En Gijón, le alcanzó con una aceptable primera parte y un gol de Adriano para ganar aun Sporting bien ordenado, pero inocente en ataque y lograr su primera vicoria a domicilio en la Liga.

Más pragmático que exquisito, el Barça debe mejorar sus automatismos. Guardiola sigue reinventado al equipo en cada partido, partidario de empezar con una defensa de tres para llenar el centro del campo, independientemente de que juegue o no Cesc Fàbregas, el jugador que mejor combina con Messi y que tanto caos genera en los rivales.

Pero Cesc se lesionó el sábado. Y, ayer, Abidal. Tantos problemas musculares están dañando a un Barça que, hace un año, comenzó a funcionar a pleno rendimiento en octubre.

Ganó el Barça y, después, noqueó el Madrid al Espanyol con dos misiles de Higuaín (tres goles). Tres partidos ha jugado el equipo blanco en Cornellà-El Prat, y los tres los ha ganado, prueba inequívoca de que las distancias entre los dos grandes y el resto crece en tiempos de crisis. En Montjuïc, estadio poco pasional, sufría más el Madrid.

El de Mourinho es un equipo con subidas y bajadas de tensión. Elabora mucho menos que el Barça, pero interpreta perfectamente el contraataque. Su contudencia frustró al Espanyol e intensifica su acoso del Barça, separados ambos por un loable Levante.