El arquitecto Ramón Cañas prefiere hablar de un plan de conservación

J. Revuelta León
La intervención en 2006 sobre las cubiertas, según el proyecto diseñado por los arquitectos Carlos Sexmilo y Ramón Cañas y que ejecutó la empresa Decolesa, dio paso a la tercera fase de limpieza y restauración que siguió el mismo proceso de la anterior. La Dirección General de Patrimonio encargó a los mismos arquitectos el proyecto y desde este organismo se ha realizado un estudio exhaustivo sobre el estado de conservación de la piedra. Para el abad se trata de un trabajo de documentación muy valioso que en su momento verá la luz, aunque puede adelantar que, según algunos informes, la basílica goza de buena salud, sus estructuras son totalmente fiables y tiene un grado de deterioro normal en un edificio con este tipo de construcción.“El resultado del escáner es el de un anciano que puede tirar otros dos o cinco mil años, más con esta actuación que se ha hecho que asegura una gran solidez y estabilidad al edificio”, sugiere el abad y que corrobora Ramón Cañas, uno de los arquitectos que ha venido trabajando en el proyecto desde finales de la década de los noventa.
Cañas recuerda la imagen “de severidad” que ofrecía esta iglesia antes de acometer las obras de iluminación, limpieza y restauración que han cambiado por completo el semblante de la basílica.
Entre las labores más complejas de reforma que se han llevado a cabo, Cañas destaca la escalera renacentista que estaba cedidapor el hundimiento anterior de una bóveda y que colocaron el año que vino Franco con motivo de la celebración de un congreso eucarístico. “Estaba cedida, había piezas fracturadas que hubo que recomponer totalmente”, explica el arquitecto, que más que de un plan director prefiere hacerlo de un plan general de conservación. “En este caso un plan director no hubiera valido porque el propio tiempo se te adelanta a las ideas que puedas tener. El propio edificio resulta más dinámico de lo que tú puedas decidir previamente”.