Tus gestos hablan
Existen señales que emitimos con nuestro cuerpo que se pueden atemperar para provocar el efecto deseado en el interlocutor | Un nuevo libro deja claro que el control del lenguaje no verbal no interesa sólo a los políticos en campaña
La Gioconda, de Leonardo Da Vinci (1503-1507) y su enigmática sonrisa
ADN.es
Estación de metro de Sol en Madrid a las 7.30 am. Una decena de personas aguarda a que el tren irrumpa en el andén y se abra paso entre las vías.
Los pasajeros, hasta entonces aletargados, tal vez sentados, tal vez apoyados contra la curva pared, activan la señal de alertan.
Una persona yergue sus hombros y da dos decididos pasos hacia la línea amarilla, atropellando a los demás.
El convoy se detiene, se sitúa frente a la puerta, la abre y toma asiento.
El resto de los pasajeros lo han permitido. Han abierto el paso al seguro susodicho porque él ha hablado.
Sus señales no verbales han dicho que su objetivo era sentarse en el metro, lo ha conseguido y nadie ha hecho nada para impedirlo.
Este es el tipo de situaciones cotidianas que el periodista José Hermida quería reflejar en su recién publicado libro Hablar sin palabras (Temas de Hoy).
Si algo distingue esta nueva publicación de los primeros pasos en materia de comunicación no verbal que dio la psicóloga Flora Davis es que en aquella ocasión se trataba de demostrar el fenómeno como algo científico. Ahora es inseparable de lo social.
EL PERFIL
José Hermida enseña a los alumnos del Instituto Nacional de Aministración Pública a mejorar sus habilidades comunicativas. No hace falta decir que es un experto.
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Todos sus gestos están milimetrados y su posición nada más sentarse en la silla en la que va a ser entrevistado. Dice exactamente lo que quiere decir, porque sabe qué modulación tiene que utilizar para cada frase. Su presencia inunda la habitación, pero confiesa no sentirse obsesionado con los códigos no verbales. “Esto no se trata de que tocarse la oreja quiera decir algo o cruzar los brazos otra cosa distinta”. Hermida quiere demostrar en su libro las situaciones de confrontación, colaboración e indiferencia que surgen a diario.
El teatro cotidiano
Desde el nerviosismo de una entrevista de trabajo hasta la cordialidad en un viaje de negocios. Todo es al fin y al cabo el escenario de un teatro donde los actores son las personas, cuyo guión es la experiencia.
El autor del libro defiende que los seres humanos lo somos desde hace muy poco tiempo. Nuestra evolución intelectual no ha sabido acoplarse a nuestra evolución física. “Al organismo no le ha dado tiempo de adaptarse a las convenciones sociales” sostiene el periodista.
Por eso, los códigos no verbales que nos delatan en las distintas situaciones son primitivos. Su argumento lo ilustra el ejemplo de los beduinos en su libro.
Los jefes de la caravana viajan en medio. La vanguardia la conforman los miembros más veteranos, que han de mirar constantemente hacia el jefe para saber adónde dirigirse.
En la retaguardia caminan los más jóvenes, en un intento del líder de preservar la especie. Parece desfasado pero es una situación cotidiana. “Un jefe deja de serlo cuando afirma que es el líder” dice Hermida.
Al fin y al cabo, la marca no verbal de cada uno va atada a la personalidad, no se puede esconder pero se puede aprender a controlar. La sociedad observada desde el visor del mundo de los gestos, no es más que un montón de actores compitiendo sin palabras para alcanzar sus objetivos.
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