Treinta millones de afectados
La mayoría de los que padecen la enfermedad viven en zonas pobres
V. M. León
Hace ya 27 años, en el mes de junio de 1981, los Centros para el Control de las Enfermedades (CDC) de Estados Unidos daban la alarma por la aparición de cinco casos de neumonía, por pneucmocistis carinii, que afectaba a cinco varones jóvenes homosexuales sin otras enfermedades aparentes. Tras esta alarma se notificaron muchos más casos de personas en situaciones parecidas. A los pocos meses se había descubierto una nueva enfermedad a la que se llamó Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA). La primera Conferencia Internacional sobre el SIDA tuvo lugar en la sede de los CDC: Atlanta, en 1985. Desde entonces la Conferencia ha visitado mucho países y casi todos los continentes: París, 1986;Washington, 1987; Estocolomo, 1988; Montreal, 1989; San Francisco, 1990; Florencia, 1991; Amsterdam, 1992; Berlín, 1993; Yokohama, 1994; Vancouver, 1996; Ginebra, 1998; Durban, 2000; Barcelona, 2002; Bangkok, 2004 y Toronto, 2006.
En la mayoría de las citas, incluyendo la presente en México, no ha habido grandes novedades en los tratamientos, a diferencia de lo que sucedió en Vancouver en 1996, donde la terapia HAART, o de gran eficacia, supuso un antes y un después en la supervivencia del SIDA. Y por si fuera poco, la posibilidad de obtener una vacuna para prevenir la infección se ve cada vez más lejana.
El fracaso del estudio STEP, hace un año, ha supuesto unduro revés del que todavía no se han recuperado muchos investigadores.
Ha sido ésta una conferencia en la que se ha reconocido que el objetivo de llevar tratamiento antirretroviral a todos los infectados para el 2010 no se va a alcanzar y se ha pospuesto para el 2015. De los más de treinta millones de infectados por el VIH que se estima hay en el mundo, ni un tercio tiene acceso a tratamientos y cuidados de salud. La mayoría de los infectados se encuentran en regiones y países donde la pobreza y la escasez de recursos llevan a una espiral de muerte y desolación.
La pobreza facilita la infección que aporta más pobreza, lo que a su vez facilita más la infección…,de modo que finalmente, sin tratamiento ni cuidados médicos la muerte es la única salida de este círculo para el individuo pero, por contra, el círculo se cierra y aprieta un poco más a su familia y comunidad.
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