Si los excesos estivales fueran categoría olímpica, probablemente habría vuelto de mis vacaciones con varias medallas colgadas del cuello. Citius altius fortius fue mi consigna y temo que mi cuerpo me pase la factura durante el resto del año. Estoy orgulloso, no obstante, porque sin saberlo he seguido las indicaciones del ministro de Industria, Energía y Turismo, José Manuel Soria, y no me he ido a ningún lugar recóndito, sino que he buscado el sol y playa de nuestra querida patria y he consumido ingentes cantidades de cerveza nacional. No obstante, y sin ánimo de enmendar la plana a tan sabio prócer, debo indicar que en las playas de Andalucía también hay mosquitos. Y, a veces, las temperaturas superan los 35 grados.
Durante estos días de asueto he hecho todo lo posible para seguir la retransmisión de los Juegos, sufriendo día a día con el retraso de la llegada de las medallas a la expedición española. El total de preseas, diecisiete, es meritorio teniendo en cuenta las cada vez más precarias condiciones en las que se encuentran los deportistas de las disciplinas menos mediáticas (expresión eufemística que en realidad quiere indicar que los medios no hacemos ni puto caso a estos deportes salvo cuando llegan los Juegos y encima nos permitimos el lujo de atacar con virulencia sus fracasos).
No soy ningún experto en deportes aunque, como he dicho en la entrada anterior, estos Juegos los he seguido de una manera especial. No voy a hacer ningún balance, porque sería absolutamente superficial (sí, a veces los periodistas nos negamos a opinar sobre cualquier cosa de la que no tengamos idea alguna), pero no me puedo resistir a aportar un dato para polemizar por pura gimnasia: Francia, ese país que se cachondea de nuestros sacrosantos héroes, ha obtenido 34 medallas (11 de oro,11 de plata, 12 de bronce). En conjunto, el doble que España. Eh, pero que no cunda el pánico: nos siguen teniendo envidia. Todavía habrá quien se pregunte. Soy español, ¿a qué quieres que te gane? No me hagas enumerar, sería mi respuesta, porque soy un antipatriota y no entiendo las rivalidades chovinistas absurdas.
El historiador británico Niall Ferguson parafrasea a Marx en su último ensayo Civilización. Occidente y el resto (Debate): “Si la religión es el opio del pueblo, el nacionalismo es la cocaína de las clases medias”, dice. Si finalmente el COI elige a Madrid como sede organizadora de los Juegos de 2020, propongo que el deporte de exhibición sea una nueva modalidad de Tiro olímpico: el Tiro de farlopa.
Seguro que lo petamos.
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