Testigos amnésicos
Ninguno de los porteros víctimas del ataque a la sala Amnesia en 1999 ubica al acusado en la pelea. La banda de los Iraníes atacó el local matando a uno de los vigilantes.
El acusado, en el furgón de traslado a la Audiencia.
Sylvain Cherkaoui
“¡Ahí están! ¡Son ellos! ”. No dio tiempo a decir más. El tiroteo y los estacazos empezaron en cuanto la banda de los Iraníes dobló la esquina de la sala Amnesia, en el 1 de la Puerta de Toledo, el 11 de mayo de 1999. Ninguno de los testigos y a su vez víctimas de la pelea pudo ratificar ayer la presencia en la trifulca de David Lozano, el último acusado de la muerte del portero Víctor Manuel Pozo y fugado tras el crimen.
A Lozano se le supone el último soldado de los Iraníes que faltaba por encarcelar por los hechos de aquella noche, tras el ingreso en prisión en 2004 y 2006 de los tres hermanos líderes de la banda y de Alfonso Taborda, otro cómplice. Sin embargo, el acusado negó ayer su participación en el ataque a la sala en la primera sesión del jucio contra él en la Audiencia Provincial.“Fui a la discoteca para tomar algo. En la puerta estaban los Iraníes, había un altercado”, relató Lozano. “Yo era un chaval de 20 años. Me escondí detrás de un coche y me fui de allí con Alfonso y una persona que se arrastraba herida. No intervine en la pelea”, prosiguió.
En aquél entonces Taborda y Lozano vivían juntos en Torrejón de Ardoz, donde fue detenido. Pagó su fianza y quedó en libre. Antes del juicio del 2004 decidió huir de España a México, no para eludir la acción de la justicia, sino de los Iraníes, la banda a la que se supone pertenecía: “Un día antes del jucio llamaron por teléfono, dijeron que me callara, que habría represalías. Yo sólo iba a decir que los Iraníes estaban allí, pero ellos habían declarado que no. Me quedó grande. Mi mujer estaba embarazada”.“Ser prófugo es muy duro”Lozano declaró que no trabajaba para los Iraníes y que no sabía nada de la lucha por el control de la seguridad en las discotecas que abría el negocio del tráfico de pastillas. “Volví a España al saber que los hermanos –Atta, Shia y Bob– estaban en la cárcel. Ser prófugo es muy duro”.
Tras él testificaron los porteros que sufrieron el ataque, aún hoy en puertas de la noche madrileña. Pozo, el primero con el que se cruzaron los Iraníes, acabó muerto y tres más heridos de bala, pero todos tienen cierta amnesia. Nadie recuerda a Lozano allí.
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