Termina la racha blanca
El Madrid ve cortada su exitosa trayectoria al empatar contra el Espanyol
S. Aparicio (Efe) Madrid
El Espanyol, un adversario aparentemente propicio entre los visitantes al estadio Santiago Bernabéu, truncó ayer la racha del Real Madrid, que se mostró incapaz de prolongar a siete sus triunfos consecutivos, en un encuentro que devolvió la titularidad a Raúl, que rescató con sus goles al bloque de Bernd Schuster.
No era una jornada para deslices. Nadie de la parte alta de la tabla se había despistado. Valencia, Villarreal, Sevilla y Barcelona tramitaron con éxito la última sesión antes del parón propiciado por los compromisos de la selección española en su periplo hacia el Mundial de 2010, y los ‘merengues’ no debían fallar.
Después de perder frente al Deportivo en la primera etapa del curso, el conjunto de Concha Espina había encadenado una victoria tras otra. Cuatro en Liga y dos en la ‘Champions’.
El Espanyol puso la tensión a un partido sin alma cuando, a los 20 minutos, una incursión de Raúl Tamudo fue abatida por el argentino Gabriel Heinze. No tuvo ningún pudor el zaguero argentino en meter la pierna y derribar al atacante, que transformó el penalti.
Hasta ese momento, los anfitriones habían insistido en dar un aire sosegado al compromiso, y no presionaban la salida del balón blanquiazul.
Suele ocurrir que, cuando el duelo pinta espeso, el Madrid necesite una advertencia para desperezarse. Sucedió con la diana de los ‘periquitos’, a los que la ventaja apenas les duró dos minutos.
Un centro de Sergio Ramos desde su banda, la derecha, fue la acción que subrayó la recuperación de la titularidad para Raúl. El capitán condenado a la suplencia el martes pasado, en San Petersburgo contra el Zenit, volvió al once de inicio de Schuster. Fue el holandés Arjen Robben el que prolongó las rotaciones. El ‘7’ volvió y marcó. De cabeza, al aprovechar el servicio de su compañero.
Vuelta a la parsimonia
Lejos de enderezar el rumbo, el Real Madrid profundizó en sus errores. Regresaron los ataques desordenados, sin conducción, atropellados por el centro, donde el tráfico era excesivo. Igual que las pérdidas del esférico, que aceleraron la puesta a punto de Iván de la Peña, que reaparecía después de su ausencia por lesión.
Después de un par de avisos, el centrocampista cántabro generó la acción del segundo gol de su escuadra. Llevó el balón hasta Román Martínez, que dejó en evidencia, de nuevo, a Heinze. Su buen centro raso lo aprovechó Luis García para batir a otra vez a Iker Casillas. Aún pudo ser peor el panorama para los locales, si una falta lanzada por Luis García hubiera terminado en la red del meta blanco, en lugar de ser despedida por el palo.
De cualquier modo, en la última acción de la primera parte apareció de nuevo Raúl, que exprimió al máximo un mal pase de Van der Vaart que se escapó del rechace de la zaga. El madrileño acomodó la bola, regateó a Jarque y superó a Kameni por bajo.
El atacante se reivindicó. Fue en esta oportunidad, con su cuarto tanto de la campaña, cuando inclinó sus pulgares a la espalda. Hacia su nombre. Un gesto hasta ahora resguardado desde que Vicente del Bosque se hizo cargo de la selección.
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