Tensión real
Tiempos difíciles y de crispación en el palacio de la Zarzuela por culpa de las numerosas actividades empresariales de Iñaki Urdangarín, de las que el Príncipe de Asturias quizás pudo intuir algo. El Rey ha dado la espalda a su yerno y los duques de Palma vuelven a distanciarse.
Cuando Rafael Spottorno se sentó en el centro de la mesa y sacó de su carpeta unas hojas llenas de anotaciones, quedó claro que ese desayuno informativo en el palacio de la Zarzuela no sería uno más. El jefe de la Casa del Rey, la única persona autorizada a hablar en nombre del monarca, iba a ejercer por primera vez ese papel, y durante casi una hora y media midió hasta el extremo cada palabra que salió de su boca. La gravedad del momento así lo exigía.
“La monarquía encarna un principio de estabilidad de gran valor político en el que la ejemplaridad es básica”, aseguró Spottorno en un momento de su introducción inicial, en la que fue preparando el terreno para entrar de lleno en el asunto en el que se ha visto inmerso Iñaki Urdangarín. Tras quejarse de que el esposo de la infanta Cristina esté sometido “a un juicio popular al mejor estilo de otras épocas y regímenes”, y advertir de que es una “injusticia en estado casi puro” el goteo “de datos secretos para él, pero públicos para cualquier otro”, llegó el momento de coger el toro por los cuernos y admitir lo irremediable: “Ante las múltiples filtraciones confusas, reiterativas, pero suficientemente ilustrativas, sí tengo que decir que no me parece un comportamiento ejemplar”, señaló el jefe de la Casa del Rey sobre Urdangarín.
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