Son cuatro, pero muy ruidosos
Se crecen ante cualquier dificultad, independientemente de su tamaño, siempre hay algún nostálgico que repite la cantinela de “con Franco vivíamos mejor”. Y la respuesta, lógicamente, siempre es la misma: “Sería usted”. Estamos viendo que los tiempos tan complicados que corren favorecen el florecimiento de grupos de extrema derecha, que luchan a golpe de guantazo por ocupar un lugar que en democracia no le corresponde. En España tenemos bastante controlado el tema. Aquí no hay ningún partido de ese corte que se mueva entre el 10 y el 15 por ciento de los votos, que es un nivel normal en el resto de Europa. Los ultras españoles no suelen pasar, entre todas las siglas, del dos y medio por ciento de los votantes, y muchos me parecen teniendo la dictadura tan cerca y tantos cadáveres en las cunetas aún sin entregar a sus familias.
Dicen los expertos que la mayor parte de quienes podrían enclavarse ideológicamente en esa extrema derecha se encuentran agazapados bajo las siglas del Partido Popular, una afirmación confirmada en los últimos tiempos con esas fotos de militantes del PP echando de menos una dictadura militar. Lo daremos por bueno si están recibiendo clases de democracia.
El problema no son esos, los que con más o menos desgana se dedican a la política de forma democrática. El problema son quienes, en lugar de evolucionar con la sociedad en la que viven, siguen anclados en una ensoñación que suelen interpretar en clave de violencia. Lo hemos visto con motivo de la Diada, y parece que su único futuro está en eso: llamar la atención a base de empujones, derribar banderas y hacer la algarada que sea necesaria para conseguir su minuto de gloria. Seguirán siendo cuatro, pero habrán salido en el telediario. El follón es su principal objetivo político, porque son pocos, pero no tontos y saben que su ideario no tiene tirón. Por eso hay que estar atentos al calendario de actos políticos que tienen planeado y que adelantamos en uno de nuestros reportajes.
En el lado contrario también se quemaron banderas españolas y retratos del Rey. Por favor, que algún independentista catalán telefonee a uno vasco y le pregunte cuánto les está costando acabar con esa imagen del encapuchado, la cerilla y la bandera de España.
Bárcenas. El extesorero del PP sigue en prisión. Ya publicamos en su día cómo la primera preocupación de Mariano Rajoy cuando se iba cerrando el círculo de las investigaciones era si Bárcenas iría a la cárcel. Ahora desvelamos la opinión que tiene de su situación el hoy preso: Aznar no permitiría que estuviera entre rejas. El entorno más cercano de Bárcenas resume sus sentimientos y cree que, efectivamente, Aznar habría impedido su entrada en Soto del Real, aunque no le habría dado las muestras de cercanía personal que le ha prodigado el ahora presidente del Gobierno. Es cierto que Rajoy no ha llegado al “amiguito del alma” de Francisco Camps, pero ha rozado el poste, porque los mensajes de ánimo que se han conocido no se le suelen ofrecer a alguien a quien se le acaban de descubrir cuentas multimillonarias en Suiza.
Que Bárcenas diga que Aznar le habría sacado de la cárcel, no juega a favor de Rajoy porque de momento no lo haya hecho. Son ya muchos los favores acreditados que le han dispensado el PP y el propio presidente, en forma de dinero, coche, secretaria, despacho, seguridad social, mentir públicamente… No pretenderán que tengamos que aplaudirle ahora por no cruzar la línea del casi delito, como sería subvertir la capacidad de investigación judicial del país para que no le descubran el mangoneo a su tesorero del alma.
De todas maneras, permanezcan atentos a sus pantallas, y a las páginas de su revista preferida, no sea que de repente alguien dé con la tecla que tocar para anular toda la investigación. Y se nos quedará cara de tontos.
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