“Severo Ochoa fue mi mentor”
La imagen pública de la ciencia
Margarita Salas, en el centro Severo Ochoa
Sylvain Cherkaoui
Experiencia y conocimiento, pero sobre todo sencillez. A través de sus intensos ojos azules Margarita Salas emite una tranquilidad que casi roza la timidez.
Es la científica española más reconocida en todos los sentidos. Discípula de un premio Nobel, afirma que debe gran parte de su trayectoria a “la inquietud de descubrir, que tan intensamente emociona al investigador” y que su maestro le transmitió. “Severo Ochoa fue mi mentor”, afirma agradecida, y bajo su tutela aprendió el desarrollo de la biología molecular.
Trabajó en Estados Unidos durante tres años junto a su marido, el también científico Eladio Viñuela. Y al volver inició su propia investigación sobre el virus bacteriófago Phi29, en la cual sigue trabajando.
“Fueron muchos los disgustos que me llevé al principio de mi carrera por la discriminación que existía hacia la mujer” afirma la doctora, para quien aún es necesario que las mujeres ocupen puestos directivos en centros de investigación.
Es miembro de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales y presidenta de la Fundación Severo Ochoa. Además, fue pionera en formar parte de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, y la primera mujer científica que entró en la Real Academia de la Lengua Española. Fue investigadora europea por la UNESCO en 1999, una distinción que se suma a otras muchas que admite no tener contadas.
“Me siento agradecida cuando alguien me reconoce por la calle” afirma la científica, quien se ha convertido gracias a su trayectoria en una especie de imagen pública de la ciencia, esa eterna desconocida.
LA ASIGNATURA PENDIENTE
Según Salas, el problema de fondo en la ciencia es la falta de inversión. “Mientras en España la investigación supone el 1,38% del PIB, en países como EE UU o Alemania está por encima del 2%. Tenemos calidad en la investigación pero nos faltan recursos”, afirma.
Viaja continuamente para ofrecer conferencias, pero entre probetas y tubos de ensayo, esta erudita de la bioquímica confiesa: “Me siento afortunada por investigar en Madrid“.
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