SEMANA GRANDE DE SAN SEBASTIAN Dos orejas para Hermoso y clase magistral de Robleńo
Dos toros de Los Espartales para rejones, uno manso y otro más enrazado, nobles y de buen juego; y cuatro en lidia ordinaria de San Martín, bravos y de buen juego.
PABLO HERMOSO DE MENDOZA: rejón (una oreja); y rejón trasero y caído (una oreja con petición de la segunda).
ENRIQUE PONCE: estocada corta, delantera y caída (una oreja tras un aviso); y pinchazo, estocada y descabello (ovación tras un aviso).
FERNANDO ROBLEŃO: estocada corta arriba y con derrame (una oreja tras un aviso); y estocada delantera y desprendida (vuelta al ruedo tras un aviso).
Cuadrillas: De la Vińa se desmonteró tras banderillear al segundo.
No debe de ser fácil calibrar la corrida desde el palco. El presidente de Illumbe tiene fama de buen aficionado. Y no lo hacía mal hasta que llegó la bronca descomunal por una oreja no concedida y presumiblemente pedida por la mayoría. El hombre se convirtió en blanco de las críticas, centro de los comentarios, algo que le ha hecho mella en la ánimo. Pues no se entiende que aquella rigurosidad, el criterio tan exacto que tenía para ver y valorar las cosas del ruedo, empiece a perderse.
El presidente, que ya en la víspera regaló una oreja a Caballero, ayer volvió a caer en el mismo error de la generosidad, sin duda para ahorrarse disgustos. Así, San Sebastián lo va a tener difícil para reivindicarse como plaza de primera. Oreja de saldo para Pablo Hermoso de Mendoza en su primero, con el que estuvo correcto en los rejones de castigo y fallando en los quiebros. La gente, fría. Y con minoría de pańuelos, una oreja. En el cuarto, más entonado, basó el navarro su actuación en las piruetas a la salida de banderillas: El toro fue mejor que el anterior, aunque aun así Hermoso se tomó la ventaja de entrar por los terrenos de dentro.
ENRIQUE PONCE
Oreja que no tiene ningún valor para Ponce en su primero, por una faena bonita, pero en la que el torero estuvo claramente por debajo de las buenas condiciones del toro. Lances elegantes, templados y limpios en el saludo y quite a pies juntos. Lo mejor en este tercio, sin embargo, fue la intervención de Robleńo en su turno por chicuelinas con tafalleras, ajustándose una barbaridad. El toro tomó la muleta humillado y repitiendo, y Ponce le perdió muchos e innecesarios pasos, al tiempo que recorría mucha plaza, sin someter al buen toro. En el quinto, con fijeza y movilidad, vuelta a las andadas. Los muletazos fueron más despegados.
Lo importante de la tarde lo hizo Robleńo. Valiente y arrogante en su primero, en una faena a menos pero que en ningún momento perdió el buen tono. Larga cambiada en el tercio y lances a pies juntos. Y faena de muleta con un planteamiento muy sincero y auténtico, haciendo los cites desde muy largo, esperando que se le viniera el toro y llevándole muy toreado. Las tandas, además, de cinco o de más muletazos, todo muy ligado y limpio, más que estético, profundo. La oreja que paseó, la de más valor de la corrida. Tuvo mucho mérito, la faena al sexto, de menos a más hasta que descubrió el pitón izquierdo. Los últimos muletazos fueron largos, firmes y muy sentidos.
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