¿Se acabó la fiesta?
Bueno ya terminó la fiesta y terminó bien. España y los españoles lo hemos pasado de miedo y máxime porque muchos pensábamos que la maldición de cuartos se iba a cumplir como en esas películas de serie B (hoy día, casi todas lo son) en el que la bruja Lola de turno le enjareta al “bueno” de la película una maldición de esas con velas negras de las de no te menees.
Con lo que no contaba el guión es que nuestra selección se iba a menear y toda España también.
Ha sido una maravilla ver a la gente por la calle tras la victoria frente a Rusia y qué no decir de la explosión de alegría tras ganar la final. Fue fiesta nacional hasta en el pueblo más recóndito, según nos han recordado los medios de comunicación y que han servido para eso, para comunicar a unos españoles con otros. Para darnos cuenta que se puede ser español con diferentes acentos, pero que la alegría siempre es la misma y de lo fácil que es alegrarse entre un conjunto de gente contenta y feliz.
Volviendo la acción por pasiva, es evidente a qué dedican su tiempo libre los partidos nacionalistas de nuestra geografía: a intentar amargar al personal. Si éste está feliz, hay que recordarle que eso es imposible. ¡Cómo se le va a olvidar que a Aitor en sueños, un malvado español le pisó un callo! o que, ascolta noi, ¡Casanova murió “defendiendo” Barcelona y qué es eso de estar contentos como españoles! Ellos, o rusos o alemanes. Apoyaría que les hicieran rusos o alemanes. Se les iba a terminar la alegría con la que viven y el momio de que cobren por tocarnos las narices e intentar amargarnos la existencia.
Ahora empieza la otra fiesta, la de la llegada del lobo y nuestros políticos, dedicados al bonito ejercicio de si son galgos o podencos.
Mientras y por tercer mes consecutivo, ha crecido el paro. Ya estamos en los dos dígitos del paro y en breve llegaremos a los dos palitos. ¿Y las hipotecas?, repuntando al alza que es una alegría.
Pero no todo iba a ser malo. La presidencia francesa de la CEnos dará el ver a sesudos comentaristas, disecando lo idóneo del tocado de Carla Bruni.
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