Sarkozy dice que no habrá otro Tratado pese al “no” irlandés
El presidente de Francia exige a Polonia aprobar lo pactado en Lisboa
Otr-Press Estrasburgo
Hay una luz para la esperanza y no viene dada por una tercera vía. La negativa de los irlandeses en referéndum al Tratado de Lisboa ha dejado a los Veintisiete en una posición complicada pero, a tenor de lo escuchado ayer en boca del presidente francés y jefe de turno de la UE, Nicolas Sarkozy, ese no no es insalvable. De hecho, explicó que las elecciones del próximo año se celebrarán bajo el paraguas del texto de la capital lisboeta o del de Niza, descartando así la inclusión de un tercer pacto en las discusiones. En cualquier caso, «he conocido contextos más fáciles que éste en el que se encuentra Europa», admitió.
La Presidencia del país vecino en la UE, iniciada el pasado día 1, había llegado precedida de los anuncios de algunas de las propuestas más importantes que este Estado trasladaría a los Veintisiete. Sin embargo, la realidad ha terminado por imponerse a las previsiones y, como quedó claro en el discurso de Sarkozy ante el pleno del Parlamento Europeo para presentar las prioridades, el no de los isleños se ha convertido en el principal quebradero de cabeza.
Quizás para desbloquear la reticencia irlandesa, tiene programado un viaje a este país el 21 de julio donde tratará de «escuchar, dialogar e intentar encontrar soluciones». Francia propondrá «un método y una solución» a la crisis, aunque esto no llegará hasta «octubre o diciembre». Si finalmente se confirman las peores previsiones, la salida sufriría un nuevo retraso, puesto que los Estados miembros habían marcado octubre como límite.
Sin embargo, la fecha marcada en rojo en la UE y para la que debe haberse encontrado una solución es la de los comicios de junio de 2009. En cualquier caso, según Sarkozy, para entonces «no habrá un nuevo tratado, será Lisboa o Niza». La diferencia básica entre ambos reside en que el segundo «es la Europa de los Veintisiete». «Si queremos la ampliación, y yo la quiero, necesitamos nuevas instituciones antes», apuntó. A su juicio, la Europa de las dos velocidades solo se contempla como una «última solución», ya que «ésta ha pagado caro estar dividida por un muro de la vergüenza y ha pagado caro la dictadura impuesta a 80 millones de personas».
Pero el semestre francés ha llegado a las instituciones europeas para ser algo más que la del no de Irlanda a la apuesta lusa. Por ello, en Estrasburgo, Sarkozy defendió alejar a la UE del inmovilismo y exigió a Polonia que cumpla su palabra y apruebe lo que en su día se pactó en Lisboa.
Antes de final de año se aprobará un paquete sobre ecología y cambio climático que establezca objetivos vinculantes para cada país tanto en reducción de emisiones de gases como en energías renovables. «Sabemos que somos la última generación que puede evitar la catástrofe», advirtió, «si no hacemos nada, las siguientes podrán limitar los daños pero no impedirlos».
Asimismo, Sarkozy reiteró su ya conocida reclamación de reducir el IVA de los CDs y de los DVDs y volvió a poner sobre la mesa la denominada «excepción deportiva», que reconozca que «el deporte no responde únicamente a la economía de mercado». «Estoy a favor de la libre circulación de personas y de productos, pero no acepto la idea de que vengan a saquear nuestros clubes de fútbol destruyendo el esfuerzo de formación que algunos equipos realizan», sentenció durante su esperada comparecencia, que despertó mayoritariamente aplausos, pero también algún que otro silbido.
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