Repique de campanas para la boda tradicional tsacianiega
Elvira Fernández y Atilano Rubio celebraron sus 50 años de casados
Lidia de la Villa San Miguel
En un carro tirado por dos caballos blancos y acompañados por el repique de las campanas llegaba momentos antes de la una de la tarde Elvira Fernández acompañada del padrino, Policarpo, a la iglesia de San Miguel para renovar sus votos matrimoniales con motivo de sus bodas de oro.
A la entrada del templo, esperaba el novio, Atilano Rubio, junto con la madrina, su nieta Diana, la llegada de la novia y el padrino para ser recibidos por el párroco, Antonio Díez, que los acompañó hasta el interior del templo.
Tras darse el ‘si quiero’ ante cientos de personas, los novios invitaron a todos los asistentes a la recha con manteca, algo que no puede faltar en una boda tradicional tsacianiega, así como los bailes tradicionales que corrieron a cargo del grupo del Centro de Día de personas mayores de Villablino.
Desde que el Mercáu Tsacianiegu recuperó la celebración de la boda tsacianiega, ha sido la primera vez que en la ceremonia renuevan sus votos una pareja con motivo de sus bodas de oro.
Junto a la boda que de nuevo, volvió a congregar a cientos de personas, la segunda jornada del mercado incluyó una concentración de bolilleras en el patio de la casona, la celebración de una carrera de cintas a caballo así como diversas demostraciones de oficios ya olvidados y juegos para los más pequeños.
Al igual que el sábado, la mayor afluencia de público se registró a partir de las siete de la tarde, aprovechando que el sol ya no pega tan fuerte. Y es que, un año más, el buen tiempo no se quiso perder el Mercáu Tsacianiegu.
Durante dos días, sábado y domingo, el entorno de la casona de San Miguel regresó al año 1908 con motivo del Mercáu cuyo objetivo es recuperar los mercados que se celebraban en la comarca de Laciana a principios del pasado siglo XX.
La cita congregó a más de 40 puestos donde se pudieron contemplar todo tipo de productos de artesanía como talla de madera, cestería, velas, todo tipo de manualidades, cerámica, sabrosa miel o licores y mermeladas caseros. Además de buenos dulces típicos de la zona, como fisuelos o flores, elaborados por la Asociación de Mujeres Buen Verde, de Villager.
Dos días festivos que se clausuraban a las 9 de la noche de ayer domingo con un pincho para todos los artesanos y asociaciones que han participado y han hecho posible que el Mercáu Tsacianiegu, esta bonita iniciativa puesta en marcha en el año 2002 por cinco jóvenes lacianiegas, siga adelante un año más.
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