Rajoy vende la recuperación a Obama
El presidente del Gobierno le presentará al mandatario estadounidense la lista de brotes verdes de la economía española en su primera visita a la Casa Blanca.
Han pasado dos años desde que Mariano Rajoy entró en La Moncloa y sus encuentros fugaces de 2012 y 2013 con Barack Obama serán historia a partir de este próximo 13 de enero. El presidente del Gobierno entrará ese día en la Casa Blanca para celebrar una reunión en el Despacho Oval con el mandatario estadounidense. Una cita que se tenía que haber celebrado el pasado otoño, coincidiendo con los 500 años de la presencia española en Florida, pero que se aplazó a 2014 por culpa de la apretada agenda de Obama.
Al igual que las historias de amor entre adolescentes, el acercamiento entre ambos dirigentes ha pasado por todo tipo de altibajos y dificultades. Primero fueron citas a escondidas de varios segundos o minutos en los pasillos de una cumbre internacional, en los que a Rajoy apenas le daba tiempo a desplegar sus conocimientos del inglés aprendido en los últimos años. Su jefe de Gabinete, el diplomático Jorge Moragas, se empeñó en que Rajoy adquiriese un vocabulario de mil palabras en la lengua de Shakespeare con el fin de evitar el miedo escénico en el que se encontraba su predecesor, el socialista José Luis Rodríguez Zapatero, cuando salía al extranjero. Y a tenor de lo que dicen sus asesores de política internacional, lo ha conseguido.
En aquellos primeros encuentros entre Rajoy y Obama, el apretón de manos se hacía lejos de los focos pues el nombre de España, al igual que el de otros países europeos como Grecia, Irlanda o Portugal, se asociaba a rescates financieros. En 2013 llegaron las sonrisas y miradas furtivas a medida que el Gobierno español iba encauzando los riesgos de una quiebra, lo que llevó a Obama a preguntarle a Rajoy a principios de septiembre, en los prolegómenos de la cumbre del G-20 en San Petersburgo (Rusia), si era cierta la recuperación de la economía española.
Los caminos de ambos se volvieron a cruzar de nuevo el 10 de diciembre en el lugar menos esperado: el gimnasio del hotel de Johanesburgo (Sudáfrica) en el que se hospedaron antes del funeral de Nelson Mandela. Entre cintas de correr y máquinas de pesas se ultimó el primer encuentro con luz y taquígrafos entre los dos presidentes y el anuncio se oficializó a las 48 horas, una vez que La Moncloa recibió el visto bueno definitivo de Washington.
El road show del presidente.
Rajoy llegará a la Casa Blanca con la satisfacción interior de poder exhibir los primeros brotes verdes económicos desde que es presidente. Tras dos años de travesía del desierto con los dolorosos ajustes en el presupuesto y subidas de impuestos, ahora el jefe del Ejecutivo se dispone a vender la recuperación económica fuera de nuestras fronteras. La primera parada de este particular road show será el citado Despacho Oval. Y la siguiente, el Foro Económico Mundial de Davos (Suiza) del próximo 23 de enero, al que Rajoy asistirá por primera después de que las agencias de calificación hayan premiado los esfuerzos de España en estos últimos años y la prima de riesgo haya descendido de la barrera psicológica de los 200 puntos.
En su última rueda de prensa del año, Rajoy ya alardeó del dato del paro al constatar que en el cómputo de 2013 hubo menos desempleados que en el año anterior, algo que no sucedía desde que terminó 2006. Además, la inversión extranjera en bonos y letras españoles logró en noviembre su mayor incremento mensual de los últimos años, con 21.000 millones de euros. Buena parte de ellos provienen de empresas y fondos estadounidenses que se han embarcado en operaciones de compra a precios asequibles de mercado.
El Gobierno español confía en que este viaje de Rajoy a Washington sea el anticipo de una visita oficial de Obama a Madrid en algún momento de su segunda legislatura. A día de hoy, George W. Bush sigue siendo el último presidente norteamericano en pisar territorio español. Lo hizo en junio de 2001 -hace más de 12 años- al comienzo de su primer mandato y cuando el mundo vivía plácidamente las consecuencias del fin de la Guerra Fría en la década de los noventa con la desaparición de la URSS.
Bush eligió a España como inicio de su primera gira europea, cuando apenas quedaban unos meses para la tormenta que se generó con el 11-S . Toda una deferencia del dirigente republicano hacia el presidente del Gobierno por aquel entonces, José María Aznar.
A partir de 2004 se produjo el distanciamiento entre Bush y Zapatero por culpa de Irak, pero lo sorprendente es que hayan pasado cinco años de la entrada del primer presidente negro en la Casa Blanca y que todavía no halla noticias de un viaje de Obama a España.
El presidente demócrata ha estado desde 2009 en el Reino Unido, Alemania y Francia en varias ocasiones; ha visitado países del este de Europa como Rusia, Polonia o República Checa; se presentó en Dinamarca para intentar que su ciudad natal de Chicago ganase los Juegos Olímpicos de 2016 y se ha desplazado a países de nuestro entorno como Italia o Portugal con motivo de cumbres del G-20 y de la OTAN. Incluso, recaló en la pequeña Irlanda después de que ésta solicitase el rescate financiero al FMI y la UE. ¿Por qué a Irlanda sí que ha ido y a España no? Entre las prioridades de toda administración norteamericana está la de cultivar votos entre las diferentes comunidades de votantes. Y la colectividad española, con apenas 90.000 residentes en Estados Unidos, está a años luz de lo que representa en número de votos de la comunidad de origen irlandés.
La conclusión que más escuece en La Moncloa a la hora de explicar esta falta de interés de Obama por ir a Madrid es que, a ojos del presidente demócrata, España ha dejado de estar en el club de los grandes países europeos que arrastraban al resto de socios de la UE por la senda de la unión política y monetaria. Un papel que en la actualidad monopolizan Alemania y Francia, cada uno en función de sus intereses.
Relaciones bilaterales sólidas.
Con todo, las relaciones bilaterales entre España y Estados Unidos son sólidas, como lo demuestra la reciente renovación del convenio de defensa que ha permitido a la Marina estadounidense el despliegue de cuatro destructores en la base de Rota (Cádiz).
La reciente crisis entre EEUU y los países europeos por el supuesto espionaje masivo revelado por Edward Snowden no pasó de la convocatoria del nuevo embajador nortemamericano en Madrid, James Costos, en la sede del Ministerio de Exteriores. El hecho de que le recibiese el secretario de Estado, Íñigo Méndez de Vigo, y no el ministro del ramo, José Manuel García-Margallo, ya denotó que el Ejecutivo español quería echar tierra sobre el asunto sin hacer grandes alharacas. Al final, la visita del director del FBI, James Corney, a la capital española a principios de diciembre devolvió el clima de confianza recíproca entre ambas administraciones.
El secesionismo catalán.
El desafío independentista en Cataluña y la intención de la Generalitat de convocar un referéndum de autodeterminación el 9 de noviembre es posible que surja en el encuentro entre Rajoy y Obama, quien curiosamente guarda un grato recuerdo de la Ciudad Condal, ya que de joven quedó prendido de la Barcelona olímpica durante un viaje por Europa.
La portavoz del Consejo de Seguridad de la Casa Blanca, Caitlin Hayden, advirtió recientemente en un comunicado que “el estatus de Cataluña es una cuestión interna española” y que la Administración norteamericana tenía confianza en que “el Gobierno y el pueblo de España resolverán el tema de acuerdo con sus leyes y la Constitución (española)”. Si le preguntan a Obama por la cuestión catalana, ésta debería ser la respuesta de manual, aunque el equipo de Rajoy vería con buenos ojos que el presidente norteamericano criticase procesos unilaterales de independencia como el que pretende llevar a cabo el Govern de Artur Mas.
El diario The Wall Street Journal dedicó la pasada semana un duro artículo contra TV3, el canal autonómico catalán, en el que censuró el “excesivo sesgo separatista” que destila a la hora de posicionarse en torno a la consulta de Mas. El periódico tituló su texto de la siguiente forma: “¿Qué hay en la televisión catalana? Separatistas” y en él señaló que “si eres una prostituta o un delincuente en alguno de los programas de TV3, lo más probable es que hable castellano”.
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