Presidente por un pelo
20 de Febrero de 2008 | Ángela Becerra
Si se confirmasen las últimas predicciones del Centro de Investigaciones Sociológicas, que son quienes mejor detectan los movimientos de nuestras neuronas, la diferencia entre el PSOE y el PP es de tan sólo 1,5 puntos, una distancia que para los expertos supone que cualquiera puede ganar.
A la espera de los debates televisados, determinantes para los siempre decisivos indecisos, la situación indica que si en estos días nada cambia, el próximo presidente de España lo será por un pelo.
Quien más, quien menos, todos hemos tenido experiencia de lo que es sostener una situación por un mínimo. La amistad que se mantiene por un pelo, el trabajo que se aguanta por un pelo, el amor que sigue latiendo por un pelo�
Las cosas son como son. Aquella amistad se volvió casposa, aquel amor descuidado sufre alopecia. Y obviamente algo pasó para llegar a estas elecciones sin que nadie luzca siquiera una discreta melena. A falta de pelo, la atención de los indecisos tratan de centrarla en las peinetas.
Los modelos que a diario se presentan sobrepasan la imaginación: los hay con apliques de guardias y guarderías, con nacarinas de evoluciones y devoluciones, con bisutería de cheques y chequeos, árboles y dentaduras, lenguas y estómagos.
Cuando esto haya acabado, lo importante será que quien gane se dedique a criar melena. Es lo mismo que hay que hacer con las relaciones que se aguantan por un pelo.
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