Portugal gira a la derecha
El PSD, de centroderecha, logra una abultada victoria y prepara un Gobierno que tendrá que llevar a cabo un duro ajuste económico que afectará a toda la población.
Hace unos días, cuando los portugueses estaban entregados a la resignada campaña electoral, escuché en un local nocturno del barrio lisboeta de la Alfama, cantada con melodía de fado, la siguiente letra: “Canta / Mas canta triste / Porque tristeza / E só o que se ten pra cantar / Chora / Mas chora rindo / Porque e Valente / E nunca se deixa quebrar”.
Sí, es posible que el pueblo portugués, al igual que otros pueblos, tenga demasiados motivos para cantar tristezas, pero es un pueblo que no se va a dejar romper, ni abatir. Esa también fue la melodía de los discursos, al conocer los resultados electorales, tanto por parte de los vencedores de la derecha como de los derrotados socialistas de José Sócrates. El Partido Social Demócrata (PSD), que a pesar de su nombre es de centroderecha, liderado por Pedro Passos Coelho, ha logrado una abultada victoria, muy cerca de la mayoría absoluta que podrá completar, sin mayores problemas, con el más derechista Centro Democrático Social (CDS), liderado por Paulo Portas. El centroderecha de Passos suma 105 diputados, una de las mejores cifras de su historia, y los del CDS se apuntaron 24 escaños, entre los dos suman una confortable mayoría en un Parlamento de 230 diputados. La otra cara de la moneda la ofrecen los socialistas de José Sócrates que, con 73 escaños, obtienen uno de sus peores resultados. Lo vencedores celebraron la victoria sin grandes ostentaciones, la situación es demasiado seria para la exhibición de alegrías, los portugueses lo considerarían una provocación. Porque, como escribió Joao Marcelino, director del Diario de Noticias, el nuevo Gobierno tendrá que hacer un ajuste dramático que afectará a los ingresos anuales de todas las familias debido a la subida de impuestos, retirar bastantes deducciones, actualizar a la baja los salarios, reducir las prestaciones sociales, subir el precio de los transportes públicos y de otros capítulos. Como se ve, el paisaje no puede ser más desolador. No es que esto lo vaya a hacer la derecha porque figura en su programa, tendrían que hacer lo mismo los socialistas si hubieran ganado. Cuando José Sócrates se vio abocado a la convocatoria de elecciones porque no logró una mayoría parlamentaria para su programa de ajustes, inmediatamente tuvo que acudir a pedir el rescate económico para no caer en la bancarrota ya que no podía hacer frente al calendario del vencimiento de pagos.
Una de las palabras más repetidas estos días entre los portugueses es troika. La troika es la que manda ahora en Portugal, afirman los comentaristas de los más diversos colores políticos. Cuando Sócrates pidió el inevitable rescate aparecieron por Lisboa los representantes del Fondo Monetario Internacional (FMI), la Comisión Europea y el Banco Central Europeo (BCE). No venían a hacer turismo, a pesar de la belleza del país y la cordialidad de sus habitantes. Venían para hacer radiografías de las cuentas públicas y evaluar el coste del rescate. No son almas de la caridad, más bien son los cobradores de los excesos cometidos en el festival del neoliberalismo. Tras el análisis de las cuentas, la troika, en completa sintonía con el Banco de Portugal, llegó a la conclusión de que se necesitaban 78.000 millones de euros para evitar la quiebra. Una cantidad muy respetable considerando las dimensiones del país. En lenguaje de la calle se puede afirmar que están ahogándose y para seguir respirando económicamente necesitan ese elevado préstamo. Antes de dar el sí a la entrega de tanto dinero, la troika se reunió con los líderes de los tres partidos con opciones de gobierno: la izquierda socialista de Sócrates, el centroderecha de Passos Coelho y la derecha profunda de Portas. Los tres dieron su aprobación a las duras condiciones que les imponían y por eso durante la campaña no sacaron a relucir el plan de ajuste, ya que se comprometieron a reducir el déficit presupuestario del 8,7% actual al 3%. Un compromiso que no será fácil de cumplir. Las exigencias nos suenan: flexibilización del mercado de trabajo, abaratamiento del despido, encarecimiento de la salud pública, aumento del IVA… el clásico recital al que aquí estamos muy acostumbrados. Nada nuevo bajo el sol. Seguirá lo que ya sabemos: que el coste fuerte caerá sobre los más débiles.
Gran debate nacional.
Al planteamiento de la troika se opusieron los comunistas y el conglomerado del Bloco de Esquerda. El líder comunista Jerónimo de Sousa llegó a proponer un gran debate nacional sobre el abandono del euro. Los del Bloco no llegan a tanto, y solo hablan de ampliar los plazos para pagar la deuda. La verdad es que no fueron muy escuchados, ya que entre los dos suman 15 diputados y obtuvieron el 13% de los votos. La reacción de Sócrates ante la derrota ha sido la de dimitir como secretario general del PS y no acudir al Parlamento para dejar más capacidad de maniobra a sus compañeros, tanto a la hora de decidir el futuro del partido como a la de negociar acuerdos parlamentarios. A pesar de ser un líder carismático, la mayoría de sus compañeros han agradecido su gesto y han declarado que los tiempos que vienen exigen responsabilidad, diálogo y sentido de la concertación, por eso los socialistas pondrán sus votos al servicio de Portugal. Passos Coelho ha manifestado que el nuevo Gobierno no mirará hacia atrás para ajustar cuentas, su gran objetivo será recuperar la confianza de los mercados y no descansar hasta que Portugal vuelva a crecer.
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