A principios del pasado mes de mayo varios colectivos y particulares se reunieron en Cacabelos para crear una plataforma de oposición al proyecto de incineración de residuos que la empresa Cosmos pretendía instalar en su factoría de Toral de los Vados. En aquella primera toma de contacto, se propuso implicar a la clase política berciana así como a los responsables de los distintos órganos reguladores de los productos con denominación de origen y marcas de garantía de la comarca, que sin duda serán los más perjudicados con la puesta en marcha de la iniciativa.
Tres meses después, los primeros apenas se han pronunciado. No sucede lo mismo con los productores, que acaban de anunciar un recurso contra la autorización tramitada en ese espacio de tiempo por la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León, en su enésimo alarde de sensibilización por los temas de su competencia y los que pueden poner en riesgo la salud de las personas. Su preocupación es perfectamente comprensible cuando los datos dicen que otras regiones de Europa han sufrido el rechazo generalizado a los productos que allí se cultivaban por la permanencia de plantas incineradoras en ellas.
Ahora, los responsables de los productos bercianos reclaman la movilización ciudadana para conseguir que la Junta dé marcha atrás. Y tienen razón. No en vano, los primeros afectados serán los propios habitantes de El Bierzo, que son los que respiran el aire y se alimentan de esos productos, y que no deberían permanecer impasibles mientras crece la lista de focos contaminantes de la que ya forman parte centrales térmicas, factorías metalúrgicas o fábricas que generan residuos de dudosa salubridad. 6

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