Plan B de Rubalcaba y ZP para 2011
2011 es el año del fin de la actual legislatura y en el PSOE no creen que se pueda llegar a 2012 sin más heridas. Por ello ya está en marcha un plan B para evitar la catástrofe electoral.
Esta ahora sólo se pedían elecciones anticipadas desde la oposición y principalmente desde el PP. Pero cada vez hay más militantes de los denominados ilustres, esos que han pasado por mil batallas desde órganos de poder del partido, que no creen que el PSOE pueda aguantar el tipo sin seguir perdiendo votos hasta la primavera de 2012. La presión sobre José Luis Rodríguez Zapatero es más que palpable, aseguran a Tiempo fuentes cercanas a la Ejecutiva Federal socialista, y el presidente, junto con Alfredo Pérez Rubalcaba, parece que ha puesto en marcha el plan B previsto en la hoja de ruta que ambos pactaron en la última remodelación de Gobierno.
Este plan consiste, básicamente, en que Zapatero protagonice y sufra el desgaste de todas las reformas duras que aún quedan: la de las pensiones y la laboral, que tocan a finales de enero y en marzo. Una parte importante del aparato de poder del partido cree que si ZP asume personalmente las consecuencias de estas medidas, el PSOE puede iniciar entonces una campaña de contraataque para tratar de frenar al PP y recortar diferencias en intención de voto.
Adelanto electoral.
“Las reformas –aseguran las fuentes consultadas- van a dar resultados más adelante y es muy difícil que los ciudadanos noten efectos positivos este año, por lo que es de prever que el PP continúe con su estrategia de cargar las tintas en la economía diluyendo el debate sobre las políticas sociales del Gobierno”. ¿Qué hacer entonces? Estas mismas fuentes lo tienen claro: “Una vez tomadas las medidas, cuyo trámite parlamentario coincidirá más o menos con las elecciones autonómicas y municipales del 22 de mayo próximo, el PSOE tiene que transmitir el mensaje de que el trabajo está hecho, que los resultados se verán en la próxima legislatura, y que esa medalla no se la puede poner un Gobierno del PP, sino un Ejecutivo socialista renovado y con cuerda suficiente para otros cuatro años”.
Con ese argumento es con el que esos militantes ilustres llevan algunas semanas presionando a Rodríguez Zapatero para que marque un calendario con elecciones más cercanas. Y la mayoría de estos cocineros socialistas creen además que el presidente no volverá a presentarse. Y ahí es donde entra el actual vicepresidente primero. “Alfredo Pérez Rubalcaba –afirman fuentes del PSOE- es el único candidato que tendría un respaldo amplio por parte de todos. No tiene enemigos notables, es admirado por todos, conoce al dedillo el partido, tiene el apoyo de la Ejecutiva Federal y es la única opción que daría paz; alrededor de él habría expectativa e ilusión”.
Pero claro, siempre hay quienes no están de acuerdo e incluso quienes querrían postularse para suceder a Zapatero. Aquí se ha producido una extraña coincidencia. Los seguidores de José Bono y Alfonso Guerra, nada sospechosos de estar de acuerdo en muchos de los conceptos básicos del partido, están de acuerdo, sin haber hablado previamente entre ellos, en pedir que haya elecciones primarias dentro del PSOE en el caso de que ZP renuncie a ser candidato.
Esto complica un poco las cosas, por tres razones diferentes: una, porque retrasaría la posible convocatoria de elecciones anticipadas; otra, porque daría imagen de desunión ante la adversidad, por mucho que quisiera disfrazarse de democracia interna; y la tercera es que Rubalcaba no aceptaría un proceso como ese. “El vicepresidente –señalan las fuentes consultadas- no se presentaría en unas primarias a no ser que no hubiera contrincante. Es decir, Rubalcaba aceptaría ser candidato si se le nombra desde la Ejecutiva Federal o si se hacen unas primarias sin adversario, como las de Lissavetzky en Madrid. Pero a estas alturas de su carrera política nunca concurriría a unas elecciones internas”.
Pero, ¿existen posibilidades de unas primarias en serio, con varios candidatos que se disputen la candidatura a la presidencia del Gobierno? Fuentes conocedoras del proceso de debate interno del partido aseguran que no son muy creíbles. “Los seguidores de Alfonso Guerra –señalan– son conscientes de que no disponen de candidatos con renombre para presentar a la batalla y estarían dispuestos a pactar el nombramiento de Rubalcaba sin contrincante a cambio de mantener sus cuotas internas de poder”. Y, ¿qué pasa con los seguidores de Bono? “Algunos –dicen las mismas fuentes– ven más posibilidades en el actual presidente del Congreso, pero por muy incombustible que parezca, cargar con la culpa de haber roto el partido en tiempos de crisis podría acabar definitivamente con su carrera”.
Fuera de estas dos corrientes, que es donde se han reclamado las primarias de forma más o menos explícita, no hay más candidatos con posibilidades de inquietar a Rubalcaba. Sólo la actual ministra de Defensa, Carme Chacón, tendría alguna posibilidad de aglutinar apoyos, “pero no genera la simpatías en todo el aparato del partido porque es militante del Partido de los Socialistas de Cataluña (PSC); levantaría suspicacias, según está el PSOE hoy, y no tiene fuerza suficiente entre quienes manejan los hilos del poder interno”, agregan las fuentes consultadas.
Hoja de ruta.
¿Cuál es entonces la hoja de ruta? Pues poner a Rubalcaba al frente, convencer al resto para que no haya primarias, o de haberlas que no haya candidatos alternativos para poder solventarlas rápidamente, y establecer un calendario de mensajes de choque para lograr que los votantes socialistas desmotivados por Zapatero vuelvan a pensarse la posibilidad de acudir a las urnas en las próximas generales. Y prueba de que ya ha sido puesta en marcha es que el aparato socialista ha comenzado a funcionar para defender un nuevo triunfo en Andalucía, comunidad autónoma en la que las elecciones regionales van a coincidir con las generales.
Debido a esa coincidencia de fecha, el PSOE andaluz es el más preocupado por lo que dentro del partido han comenzado a llamar el efecto ZP. Y han tomado medidas. Para empezar, de acuerdo con Madrid han organizado una especie de gabinete de crisis en el que hay notables presencias y no menos notables ausencias (como por ejemplo la de José Blanco). En el grupo, convocado a una reunión en plenas fiestas navideñas, están Alfredo Pérez Rubalcaba y Manuel Chaves, vicepresidentes primero y tercero del Gobierno, respectivamente; José Antonio Griñán, presidente de la Junta de Andalucía; los consejeros de la Junta Mar Moreno y Luis Pizarro; la secretaria de Organización del Partido Socialista andaluz, Susana Díaz; y el portavoz parlamentario, Mario Jiménez.
Felipe González en juego.
Además de dejar claro el poder real de Rubalcaba, este grupo es visto en la sede central del PSOE en Madrid como un ejemplo a seguir por otras autonomías con gobiernos socialistas donde sus presidentes se han puesto nerviosos y tratan de desmarcarse del partido. “Empieza a haber una corriente interna muy crítica contra los barones que han tratado de separarse del PSOE y Zapatero creyendo que así preservan sus posibilidades de triunfo. El partido es la seña de identidad para mantener el voto fiel. Es una estrategia que no les va a funcionar. Se confunden quienes se alejan del PSOE”, añaden las fuentes consultadas.
Y ahí es donde entra otro de los grandes protagonistas de esta historia: Felipe González. El ex presidente del Gobierno había pasado una larga temporada de alejamiento de la política y de sus compañeros de partido, pero ha vuelto a la palestra, sin ruido pero con fuerza. Ha restablecido el contacto habitual con antiguos colaboradores como Chaves y Rubalcaba, al tiempo que ha repetido a muchos de sus correligionarios socialistas, tanto en comidas privadas como en actos más o menos públicos, que en esta etapa de crisis hay que apostar por “más partido” y tirar del carro.
Además lo ha hecho dando ejemplo. Una de las sustituciones más difíciles del Gobierno de Zapatero, la de Miguel Ángel Moratinos por Trinidad Jiménez al frente del Ministerio de Asuntos Exteriores, ha contado con la complicidad de Felipe González. Junto al apoyo personal a su amiga Trini, el ex presidente se ha empleado a fondo en poner en marcha toda la maquinaria de la socialdemocracia europea y de sus contactos en Iberoamérica para ayudar a la nueva ministra.
José Luis Rodríguez Zapatero siempre ha estudiado los detalles de cómo Felipe González fue capaz de poner al partido dos veces contra la pared, una para eliminar la referencia marxista y otra cuando dimitió como secretario general, en 1997. El ahora presidente del Gobierno y secretario general del PSOE ha adoptado una táctica parecida, pero con menos riesgos. Sabedor de que uno de los grandes debates abiertos dentro del propio partido es su continuidad o no como candidato, se propuso saber de qué pie cojeaba cada uno y en el acto institucional con periodistas para la tradicional felicitación de Navidad dijo aquello de que ya había tomado una decisión sobre si volvería a presentarse o no, pero que sólo lo sabían tres personas: él mismo, su esposa Sonsoles y un miembro del partido.
“El presidente –aseguran las fuentes consultadas- no da puntada sin hilo y la frase no fue ni un despiste ni una broma. Quería que cada uno tomara posición al respecto y lo logró. En pocas horas, los seguidores de Guerra y los de Bono salieron a la palestra a pedir elecciones primarias si no se presenta a la reelección, mientras los ministros cerraban filas con Zapatero y Rubalcaba se situaba en una especie de limbo, en el que repite una y otra vez que no quiere subir de nivel a no ser que se lo pidan”.
Las encuestas de Blanco.
Tras todas estas reacciones, el propio Zapatero y Rubalcaba tienen muchos más datos sobre el calendario a seguir y cómo reaccionar ante los resultados de las municipales y autonómicas de mayo, en cuyas encuestas anda enfrascado el ministro de Fomento, José Blanco. Los papeles que le llegan periódicamente no le inquietan demasiado, al menos de momento, según señalan fuentes próximas a la Ejecutiva Federal socialista. Blanco mantiene en las reuniones internas del partido que los resultados de los sondeos demuestran que los ciudadanos distinguen perfectamente entre elecciones locales o autonómicas y generales, por lo que el peligro de perder plazas emblemáticas en mayo es menor del que algunos presidentes autonómicos y alcaldes socialistas de grandes ciudades andan pregonando.
Y con todo este amasijo de opciones, sólo quedan por definir las fechas de los anuncios impactantes. Las fuentes consultadas por Tiempo apuestan por que Zapatero anunciará qué va a hacer con su candidatura a la Presidencia del Gobierno justo después de aprobar el proyecto de ley de reforma laboral (en marzo) y que después habrá convocatoria de elecciones anticipadas para el otoño de 2011 (puede que para mediados de septiembre), aunque la hoja de ruta pactada entre Rubalcaba y ZP es dinámica y depende de cómo evolucionen las encuestas y los resultados electorales. De momento, los sondeos le son adversos y cada vez más, con lo que las alarmas ya se han disparado.
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