Para reír en verano
Las novelas divertidas son imprescindibles, sobre todo en el sombrío panorama de 2011.
A estas alturas del año, con toda probabilidad, usted está harto del debate sobre adelantar las elecciones españolas. Si la presión de los mercados bursátiles sobre la deuda europea no lo ha matado ya de un infarto, lo hará de puro aburrimiento. Y el terremoto de los pinchazos telefónicos de Rupert Murdoch apenas atrae su interés cuando aparece en pantalla la pelirroja atractiva que dirigía el News of the World (si usted es mujer, ni siquiera tendrá ese consuelo, porque en este escándalo no hay un solo caballero de aspecto agradable).
Seamos honestos: usted, aunque guarda las formas y compra revistas informativas, está deseando largarse a la playa y olvidarlo todo de una maldita vez. En su agenda mental empieza ahora el verdadero debate: ¿qué libro llevarse a las vacaciones?
Puedo imaginarlo recorriendo las estanterías de las librerías sin decidirse entre un best-seller entretenido pero insustancial o un premio Nobel muy prestigioso pero potencialmente soporífero. No sabe si comprar la enésima novela sobre la Guerra Civil o la quincuagésima catedral medieval. No se preocupe. Deje de sufrir. Permítame que lo asesore y acepte un consejo: este verano, ríase.
Las novelas divertidas no son tantas como deberían. Y son imprescindibles, sobre todo en el sombrío panorama de 2011. Así que aquí le va una lista de recomendaciones para hacer que su verano, aunque lo tenga que pasar en una bañera con un ventilador, sea más llevadero:
La información, de Martin Amis. Solo hay una cosa peor que fracasar: fracasar mientras triunfan tus amigos. Eso le ocurre al protagonista de esta novela, que se pasa más de 400 páginas tratando de hundir a su compañero escritor de éxito. Si usted no se ríe con ella, al menos conseguirá algunas recetas sobre cómo destrozar la carrera de la gente a la que envidia. Ningún libro le ha dado tanto por tan poco.
La vida en sordina, de David Lodge. Humor para la tercera edad ¿Ha llegado usted a ese momento de la vida en que pierde el oído y trata de fingir ante los demás que escucha bien? ¿Le ha ocurrido que su pareja se ve más joven, y por lo tanto más exitosa que usted? ¿Se ha jubilado y, simplemente, se aburre como una ostra? Si nada de eso le ha llegado aún, no tema: le llegará. Puede ir preparándose con este libro.
El teatro de Sabbath, de Philip Roth. El humor de Roth es tan negro que a mucha gente no le parece humor. Este libro, uno de los más celebrados por la crítica, incluye masturbaciones sobre una tumba, fantasías sexuales del protagonista con la hija de su mejor amigo y
20 páginas de diálogo pornográfico entre él y una menor de edad. Si su idea de la comedia es más del estilo Disney, mejor pase directamente a la siguiente recomendación. Pero se arrepentirá cuando a Roth le den el Nobel.
El misterio de la cripta embrujada, de Eduardo Mendoza. Los hispanos también saben reír. Los mejores ejemplos son Pantaleón y las visitadoras, de Mario Vargas Llosa, y esta novela, que presentó al irónico Mendoza de su obra posterior. El misterio de la cripta embrujada, además, se ríe de la España de la Transición, en particular de los ricos. Y en tiempos de crisis, no hay nada más terapéutico que eso.
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