Ópera se revoluciona por un nuevo vecino: Zapatero
Los habitantes del céntrico barrio aseguran que el que será ex presidente tiene un piso en la zona
Un vecino lee una información sobre Zapatero en el periódico, ayer en la plaza de Isabel II, en Ópera.
Sylvain Cherkaoui
“¿A que no sabes quién se viene a vivir al barrio?”. La frase es recurrente las últimas semanas en el barrio de Ópera. Una breve pausa de suspense precede a la respuesta: “¡Zapatero!”. La reacción ante la respuesta también es reiterada: “¡No fastidies!”.Y es que el murmullo callejero porque José Luis Rodríguez Zapatero tiene piso en el barrio suena cada vez más alto. “A mí me lo comentó una vecina la semana pasada, con un grupo de amigas. Pensamos que no nos íbamos a librar de él ni después de las elecciones”, comenta riendo una señora de 81 años que rehusa dar su nombre por pudor ante el chiste de corrillo.
Como buena habladuría, la mudanza de Zapatero al entorno del Teatro Real está fundamentada en una parte de verdad, pero la conclusión vecinal puede no coincidir con los planes del presidente. Para empezar, Zapatero no estuvo viendo pisos en Ópera hasta que encontró uno que le gustó. El apartamento es una herencia de la mujer del presidente, Sonsoles Espinosa. El inmueble, interior, tiene 56 m2, , en una zona en la que los precios rondan los 4.000 euros el m2 después de negociar. Se encuentra en un señorial edificio de la calle de Arrieta y ha sido rehabilitado recientemente. Cualquier comparación con el palacio de La Moncloa es, de entrada, injusta, pero el drástico cambio de espacio sería duro para cualquiera. Lo más probable, apuntan fuentes cercanas al mandatario, es que sirva de vivienda a sus hijas si deciden estudiar en Madrid. No todo el barrio está al corriente del asunto. “Me acabo de enterar y me da lo mismo, es un español y se le recibirá como uno más”, cuenta un hombre con el ABC enrollado bajo el brazo y que lleva 50 años en el barrio. “Si me lo encuentro no le hablaría de la crisis, me tomaría una cerveza”, comenta el hombre educadamente. Y es que, aunque cordial, Ópera es territorio comanche para Zapatero, como han refrendado los resultados electorales del domingo. De sus fachadas cuelgan homenajes a falangistas asesinados, una metáfora de la conciliación que buscaba con la Memoria Histórica para un país sin madurar.
Como aliados políticos, el presidente puede buscar a actores y directores de cine en la calle de Campomanes, ubican los vecinos. Incluso podría tomar café con miembros de su partido. “Estamos acostumbrados a ver gente conocida, aquí compra a veces el periódico Joaquín Almunia”, comenta otro. Tanta personalidad alrededor es sin embargo cebo de paparazzi y cronistas rosas. El lugar es muy céntrico, cerca de los quehaceres que el presidente pueda tener en el Consejo de Estado. Para Espinosa, que canta en el Teatro Real, es perfecto. “Desde luego ha elegido el sitio fenomenal, ojalá que siga así de bien”, comenta otra mujer, que se reconoce temerosa de las consecuencias de la llegada del todavía presidente. En cualquier caso, ayer la lluvia no amedrentaba la guasa: “Ahora puede ser presidente de la comunidad de vecinos”
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