Nacionalista sí pero pragmática
Tzipi Livni es una pragmática que ha readaptado sus raíces nacionalistas en pro de una paz factible con los palestinos. Hija de Eitán Livni -comandante del Irgún, grupo independentista que practicó la lucha armada y en el que también militaba su madre-, la jefa de la diplomacia israelí nació y creció en el seno de una familia impregnada de ideología ultranacionalista del Gran Israel. Una corriente cuya aspiración no era sino la de crear un Estado Judío en todo el Mandato Británico de Palestina, vértice del sionismo revisionista de Zeev Jabotinsky y que incluía los territorios palestinos. Hoy, de boca de Livni no es extraño escuchar palabras como «retirada de Judea y Samaria (Cisjordania)» y no descarta tampoco la devolución de algunas partes de Jerusalén, que ella considera el «corazón» de la identidad de «todo» el pueblo judío. Y es que lejos ha quedado aquella niña de Tel Aviv curtida en los campamentos del movimiento juvenil Betar, reserva de militantes revisionistas y de sus herederos políticos Herut y Likud, partido este último con el que entró al Parlamento por primera vez en 1999.
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