Museo de recetas
Un libro recorre la Historia a través de la gastronomía de cada época. ¿Por qué no comer como un romano o un plato creado por Leonardo?
¿Un museo de recetas? Podría ser sorprendente pero no tan extraño. Si conocemos la evolución de la humanidad a través de obras como la Venus de Milo o La Monalisa de Leonardo Da Vinci, ¿por qué no hacerlo también a través de la gastronomía?
El “somos lo que comemos cobra más fuerza. Es más, se torna en comemos lo que somos”, dice Ángeles Díaz Simón, escritora de Recetas con historia (Ariel). Un libro que bucea en esta máxima: el desarrollo de la humanidad a través del paladar.
“La comida es el reflejo más fiel de la sociedad”, dice Díaz Simón sobre este viaje al pasado en el que religión, guerras, invasiones y migraciones han sumado al ingenio del hombre las claves de los cambios culinarios. Una travesía por las costumbres y los pucheros que también podemos saborear hoy.
Es difícil imaginar que hace 4.000 años, en Mesopotamia, nacían las primeras tabernas, la primera receta, escrita en una tablilla de arcilla sumeria, los embutidos y el primer banquete conocido, en el que se comieron unas albóndigas de las que “nació el libro”.
Los griegos revolucionaron el panorama. Y la comida no fue ajena. Nació la dietética, se vincula la salud a la alimentación y surgen los Adriás de la época. Y un concepto que es hoy la base de nuestra cultura, el de la comida como algo social. Pero su delicadeza quedó eclipsada por la exageración romana. La mesa era un gran banquete: cuanto más y más llamativo, mejor. Marcus Apicius escribió el primer recetario de la historia, nacen las panaderías y la cocina muta con las conquistas.
El mestizaje español
En España la revolución llega con Al-Andalus. Las mesas se llenan del color y los sabores de las especias. Llegan los naranjos, la caña de azúcar, el azafrán… y somos el primer productor de un aceite de oliva que aún no usamos.
Aun así, los Reyes Católicos fueron los que convirtieron a España en una potencia mundial también en lo culinario. El país es el principal exportador de aceituna, uva -se crean las grandes plantaciones-, y azúcar. Con la conquista de América llegó el mestizaje: patatas, maíz, tomate, cacao… Y, en la época de los Austrias, más allá del hambre y la peste, vuelven los fastos a la corte. No había nada más chic que un helado.
Fuera hay que detenerse en el Renacimiento italiano. Sienta las bases de la cuisine francesa (s. XVIII) y Da Vinci también arrasa en el arte del comer. Pocos saben, como Díaz Simón revela, que creó los espaguetis.
Ángeles Díaz Simón: “La cocina no es algo rígido, es un apañarse con lo que hay”
¿De dónde viene nuestra forma de comer?
De la triada mediterránea: trigo, olivo y vid. Es la base de la cultura occidental.
¿Los griegos fueron los primeros revolucionarios también en la gastronomía?
Cultivaron las artes y el pensamiento. Allí aparecieron los primeros tratados de dietética, se relacionó la salud con la alimentación, y se creó la primera dieta para los atletas olímpicos.
¿La cocina como la entendemos hoy se la debemos a los franceses?
Siempre se dice que la nouvelle cuisine procede de Francia. Allí hubo un desarrollo importantísimo de la cocina pero en realidad procedía de Italia, vía Sicilia, donde llegó desde Oriente.
¿ Y de dónde viene la dieta mediterránea?
Es producto de todas las globalizaciones de la historia. Tiene de todo: influencia americana, musulmana, asiática…
¿Le ha costado mucho adaptar las recetas?
Yo soy cocinera. Es con lo que más disfruto y la sustitución de ingredientes fue fácil.¿No lo hacen a diario las madres? La cocina no es algo rígido, es un apañarse con lo que hay.
¿Y una para impresionar?
El chocolate, claro. Por ejemplo haría un pollo con chocolate americano. Y unas peras al vino con canela, acompañadas de una clarea.
Una cena con...
Ángeles Díaz Simón invitaría a cenar a Julio Verne. Este es el menú que le prepararía al escritor:
Primero: Ensalada de naranja y bacalao con aromas de azahar y granada.
Segundo: Pescado a la manera de Leonardo. Es el que le hizo a Ludovico Sforza.
Postre: Unos pestiños.
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