Máxima tensión entre Rusia y la UE
El alto el fuego entre el Gobierno ucranio y los rebeldes prorrusos no ha rebajado la tensión en Europa. Es previsible que Putin mantenga su apuesta respecto a Ucrania: independencia de las provincias del Este e integración del país en la órbita rusa.
Hace cinco meses que comenzaron los disparos entre el Ejército regular de Ucrania y los separatistas rusófilos de las provincias de Donetsk y Lugansk. Una verdadera guerra civil entre los separatistas y el Estado central. No todo sucedió de repente, el problema estaba latente, con una enorme carga explosiva que saltó en noviembre del año pasado, cuando se puso sobre la mesa la voluntad del Gobierno ucranio de firmar un contrato de adhesión a la Unión Europea. El presidente ruso, Vladimir Putin, encendió todas las alarmas en Moscú, imponiendo al Gobierno de Kiev un no rotundo a su acercamiento a Bruselas. Consideraba que Ucrania formaba parte esencial de su política geoestratégica para la creación de la Unión Euroasiática, que se extendería desde Bielorrusia hasta Kazajistán formando un bloque económico y político que giraría en la órbita de Moscú.
Cuando se desintegró la Unión Soviética, quedaron sembrados en las distintas repúblicas unos 25 millones de rusos a los que Putin trata de utilizar para recuperar peso en la política internacional. Esta idea tiene una gran acogida entre la población rusa, que sueña con la recuperación de su pasado esplendor, aunque sea de la mano de un autócrata como Putin. Están acostumbrados a los tiranos. El corrupto y rusófilo presidente de Ucrania Viktor Yanukóvich se plegó a los deseos de Moscú, llegaron las protestas de la plaza Maidán que obligaron a huir a Yanukóvich cargado de desprecio y desprestigio. Mientras en Kiev gobernaban con dudosa legitimidad unos líderes débiles, algunos con ribetes nazis, las cosas fueron empeorando. Moscú incorporó a la península de Crimea sin mayor resistencia ya que el 80% de la población es rusa y se siente rusa, pero rompiendo la legalidad internacional. A continuación estalló el conflicto armado de los separatistas de las provincias del Este, no han sido balas de fogueo las que han cruzado las milicias independentistas con el Ejército regular de Kiev, ya que en estos cinco meses han causado 2.729 muertos, según los portavoces de la ONU, a los que hay que añadir los 298 pasajeros del avión de la compañía Malaysia Airlines derribado por un misil cuando volaba sobre la región independentista de Donetsk. Sobre estas cifras existen serias dudas, ya que se sospecha que el Ejército de Kiev no ha comunicado las bajas reales en sus filas, duramente castigadas las últimas semanas. A pesar de que Moscú lo niega, experimentados soldados rusos combaten en las filas independentistas. Es fácil camuflar combatientes rusos en unas milicias compuestas por nativos que también se consideran rusos.
Poroshenko, el realista.
El nuevo presidente de Ucrania, Petró Poroshenko, es un hombre realista, quiere integrarse en Occidente pero conoce demasiado bien a Putin y sabe que Bruselas y Occidente tienen las manos atadas para ayudarles frente al largo brazo de Putin. La OTAN no puede intervenir militarmente en Ucrania, ya que este país no forma parte de la Alianza, aparte de que una intervención de esa naturaleza tendría dimensiones apocalípticas. Poroshenko sabe que las sanciones económicas contra Rusia pueden tener un efecto rebote negativo sobre la débil economía de Ucrania.
A finales de julio, la Unión Europea puso en marcha una batería de sanciones contra la economía rusa que contemplaban restricciones a los mercados de capitales para los bancos, embargo en el comercio de armas, límites a la circulación por Europa de ciudadanos rusos así como al acceso a tecnologías sensibles, tanto en el campo civil como en el militar. Putin acusó el golpe y respondió con restricciones a la entrada de ciertos productos agroalimentarios a sus mercados. Los efectos se dejaron sentir en algunos países, especialmente entre los vecinos, pero también en los de fronteras lejanas, como España, que ha perdido 337 millones de euros en la exportación de sus productos agroalimentarios. Polonia ha sido el país más afectado y ha perdido el puesto de primer exportador mundial de manzanas, las autoridades recomiendan la producción de sidra para darle salida a los excedentes. Los polacos han inundado con manzanas y otras frutas y hortalizas los mercados de Bulgaria, provocando una caída de los precios que están causando la ruina y la indignación de los campesinos búlgaros, hasta el punto de que el ministro de Agricultura, Vassil Groudev, ha anunciado controles severos de las importaciones polacas.
La escalada de golpes y contragolpes económicos entre Rusia y la UE puede tener efectos devastadores en las convalecientes economías de ambos y prolongar aún más la crisis que los atenaza. En vísperas de la cumbre de la OTAN en el País de Gales, y de la del Consejo de Europa en Bruselas, Putin elevó el tono y los planteamientos con relación a Ucrania. Por primera vez habló de un “estatuto de Estado” para las regiones orientales de Ucrania: “Debemos comenzar inmediatamente discusiones sustanciales que afectan a la organización política de la sociedad y a un estatuto de Estado para el sudeste de Ucrania con el fin de proteger los intereses legítimos de las personas que allí viven”. Sus palabras fueron recibidas con alarma en el Gobierno de Kiev y con inquietud en la OTAN y en la UE. Los países de la Europa del Este, principalmente Estonia, Letonia y Lituania, manifestaron su preocupación por el expansionismo ruso, ya que, aunque saben que no les van a invadir militarmente, sienten la presión en sus fronteras. El primer ministro ucranio, Arseni Iatseniut, manifestó que ellos no podían hacer frente a Rusia solos. Pidió la retirada de las tropas rusas y el apoyo de la OTAN y de la UE, afirmando que Putin no se contentaría con un estatuto de autonomía para las poblaciones rusófonas ni permitiría a Ucrania un guion propio de desarrollo y menos la integración en el marco europeo. Ese es el fondo del problema: el guion de la Unión Euroasiática de Putin sigue contando con Ucrania. Esa es la esencia del conflicto de hoy y de mañana en el esquema geopolítico de Putin.
La amenaza del gas y del petróleo.
Ante una provocación de tal naturaleza, la Unión Europea decidió una nueva batería de sanciones que se pondrían en marcha si continuaba el conflicto. El todavía presidente del Consejo, Herman Van Rompuy, se apresuró a decir que se suspenderían las sanciones si se lograba un alto el fuego duradero. Moscú dejó entrever a través del ministro de Asuntos Exteriores, Serguei Lavrov, que llegarían a un alto el fuego inmediato y sin condiciones. Al mismo tiempo anunció que Rusia también podía acudir a su arsenal de represalias económicas como la suspensión de vuelos de las compañías europeas sobre cielo ruso y, sobre todo, imponer medidas de presión referentes al gas y al petróleo. Se acerca el invierno y los ucranios tiemblan pensando en las olas de frío sin el petróleo ruso.
Putin quiso demostrar que dominaba el juego y presentó a Poroshenko siete puntos para un alto el fuego verificado por la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE). En las negociaciones de Minsk, los siete puntos se elevaron a doce, pero teniendo como básicos los de Putin. Finalmente se ha suscrito un alto el fuego que resulta precario. Es previsible que en las próximas negociaciones Putin mantenga su apuesta: independencia de las provincias del Este e integración de Ucrania en la órbita rusa. No se va a solucionar el problema en las próximas semanas. El 1 de diciembre tomarán posesión de sus cargos los nuevos dirigentes europeos y Ucrania será uno de sus grandes desafíos. El presidente del Consejo, el primer ministro polaco Donald Tusk, ha sido siempre duro frente a la política del Kremlin pero, ¿hasta dónde podrá mantener la dureza? Veremos también cómo se mueven el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, y la Alta Representante para la Política Exterior y de Seguridad, la italiana Federica Mogherini. La partida será tensa, pero Putin tiene mejores cartas y no dudará en jugarlas todas.
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