Lydia Bosch perjudicada en lo que reclama a su marido
El primer round judicial para su separación matrimonial no resulta muy esperanzador para la actriz. Ella pretende volver a los escenarios.
Rebajas antes de tiempo, liquidación recortadora de exigencias. Casi un KO emocional, social y económico, parece que los sentimientos quedan al margen. Para la actriz Lydia Boschque pretende volver –todavía se mantiene a base de anuncios– no resulta muy esperanzador el primer round judicial para su separación matrimonial provisional. Es un auto que genera suspicacias, recelos, incluso cuestionan que entremezcle lo civil con lo penal.
O que debiendo ceñirse exclusivamente al distanciamiento corporal y amoroso, se meta a considerar el otro juicio pendiente relativo al presunto acoso sexual de Alberto Martínhacia la mayor de sus hijas. De principio a fin, descalabro o casi goleada, su marido tendrá los niños de viernes a domingo, además de miércoles. Él se los llevará durante la Semana Santa y se repartirán las vacaciones estivales. Pero lo más gordo, chocante y explosivo es que el juez Joaquín Brague considera que la denuncia de la menor supuestamente acosada “resulta ser sospechosa” y afirma que “son falsos” el 50% de los casos que se denuncian cuando los padres se separan. Realmente contundente, demoledor o acaso esclarecedor asegurando que “permiten poner en duda la credibilidad de la menor”. De los 23.000 euros mensuales que Lydia reclamaba tan sólo le conceden 7.500, cantidad que su aún marido ya venía aportando junto a otro 50% similar que le correspondía a ella para los gastos caseros. Y aunque el domicilio familiar de Pozuelode Alarcón se lo dan a ella y a sus hijos “hasta que se venda”, la patria potestad de esos niños de 6 años “se atribuye a ambos cónyuges” correspondiendo a la madre la guarda y custodia, “aunque de toda la prueba practicada se deriva la idoneidad de ambos progenitores para ocuparse con total dedicación a los hijos”.
Los niños van para Lydia, sólo en principio, porque convivir con la madre es más importante para el desarrollo de su personalidad. El juez deniega el pedido auto de alejamiento del supuesto acosador “por falta de riesgo” y casi valora negativamente la declaración de cuatro horas de la menor presuntamente acosada. Una conclusión fruto de considerar llamativo que la chica de 17 años, tras relatar todos los episodios de abusos sexuales, acabe reprochando a su padrastro falta de cariño. Y lo hizo explícitamente, casi gimiente: “Para mí ni un puñetero beso, ni un abrazo, ni cariño y, ahora que le conviene, es simpático conmigo”, lamentaba dando paso a conjeturas, especulaciones y recelos. ¿En qué quedamos? Sospechoso. Este primer resultado pone en entredicho no sólo las desorbitadas exigencias económicas de la todavía actriz, también lo expuesto por su hija mayor, nacida del matrimonio con Micky Molina, marginado, molesto por tal alejamiento, y ahora tan al margen del escándalo como durante los diez últimos años lo estuvo de esta hija.
Todo queda pendiente del segundo juicio, ya penal, donde posiblemente aireen mierda doméstica hasta ahora soterrada. “Lydia va a por todas”, me asegura un íntimo de la rota y polémica pareja. El miércoles pasado Alberto debía recoger a los gemelos, y el jueves le correspondía con ellos la primera tanda vacacional. Pretendió que pernoctasen con él esa noche-puente, pero Lydia se negó obligándole a devolverlos y volver a recogerlos a la mañana siguiente. Ella también pone trabas a que los niños celebren en Ibiza, el 26 de agosto, las bodas de oro de sus abuelos paternos que hasta el último diciembre, cuando no había tormenta a la vista, Lydia preparó hasta el último detalle.
Junior y los Jurado Mohedano. Continúan los problemas disgregadores, la familia y uno más: Junior ha tenido que entregar documentos referentes a posesiones y cuentas corrientes hispanoamericanas. Registran presuntas propiedades en México y Miami, además de cuentas en paraísos fiscales. Ante las reclamaciones de su descendencia, confesó no tener noticia de que existiesen, cuando todos los que compartimos momentos de su vida habíamos oído comentar de tales inversiones o propiedades. A Junior le sale el tiro por la culata. Acaso se vea sometido a investigación exhaustiva por ocultación de bienes y quizá fraude fiscal. Y van tres. Los Jurado Mohedano, aparentemente en buena armonía familiar, aunque Rocío Carrasco todavía no conoce al hijo de su prima hermana Chayo, ¡ya de siete meses! Siguen peleando por la herencia de nunca acabar: no se resuelve el contencioso ni concretan cuánto vale Los naranjos, ese chalé con huerto donde tantas paellas comí. Son posturas, actitudes, negativas o reacciones como para ser recogidas e inmortalizadas por cámara tan oportuna como la de Annie Leibovitz.
La comunidad madrileña ha montado una antológica de la judía norteamericana que plasmó el desnudo embarazo de la insoportable Demi Moore cuando era esposa de Bruce Willis. Ahí perdió el norte cinematográfico y desde entonces no se repuso. De ahí lo chocante que resulta el enorme paredón que inmortaliza por partida doble su bien aprovechada preñez. Casi arrancó ovaciones de una Alaska presumiendo de bolso Vuitton plateado con zapatones igualmente restallantes. “Ya no es tan fantoche”, comentaron cerca de una baronesa Thyssen con las manos apenas sobresaliendo de su desajustado conjunto rosa viejo: “Pasaré el verano con mis hijos, claro; ya está solucionado. Y olvidado, que es lo importante”, concretó. Javier Cámara se dejó entrever con kilos recuperados y portando una enorme cámara; Alberto Anaut pasmó con los retratos familiares de los Kennedy, y el director del museo Thyssen, Guillermo Solana, ante el malabarismo de Barisnikov en un trabajo playero de 1990. Hay, además, toda una colección de vivencias con Susan Sontag, su compañera, colgadas junto al retrato de William Burroughs en Kansas o un Brad Pitt aún soltero despatarrado sobre una cama putanesca. No se entienden los Estados Unidos actuales sin una instantánea de esta Leibovitz que sorprendió no sólo con su trabajo, también vistiendo negras medias tupidas con manoletinasde terciopelo en un Madrid, ¡a 40 grados! Sacó sudores desde a Lourdes Fernández, juvenil directora de ARCO, a Juan Barja, Soledad Lorenzo y la siempre repeinada Juana de Aizpuru.
Fiesta casi sanjuanera.
Aunque para retratar, nada como la gran fiesta casi sanjuanera celebrada en el remozado pabellón municipal de Cecilio Rodríguez. No faltó nadie. Sus velazqueños jardines fueron marco, pasarela y escaparate. Nombres y marcas reunidos, todos con el santo y seña prestador menos Leire Pajín, con fondo de armario animado con mini chal verde nilo, en tono similar al modelazo palabra de honor en que se revestía Esperanza Aguirre procurando hacer sobresalir un broche herradura situado a la izquierda: “Es un regalo de mis hermanos tras mi accidente en Bombay.
No lo suelto porque me da suerte”, reconocía a una Carmen Iglesias con gruesas medias sobresaliendo de sus sandalias bajo falda coloreada de amplitud casi cíngara. Lo opuesto al empaque creciente de Juncal Rivero, en rojo sangre de toro. Un Petro Valverdede raso duquesa acentuador de estilazo, algo no conseguido por la casi siempre epatante Nieves Álvarezmientras la duquesa de Fernandina acentuaba distinción en gasas verde nilo con chal en tono más fuerte. Destacó el empaque de Key, esposa de César,de José Luis. Eugenia Fernández de Castro prepara escapada donostiarra con su ex suegra, Cayetana Alba, “que ya se desenamoró”, confirmaba ante su hijo Jacobo, con esmoquin en terciopelo azul, tan sólo comparable a la alpaca azulona de Alfonso de Hohenlohe Jr. Era el único en lucirla siguiendo los decretos indumentarios del anterior duque de Windsor, en su época, árbitro de la elegancia. Él lanzó el cuadro príncipe de Gales: “Me he venido a Madrid porque Marbella está inaguantable, ya no conoces a nadie”, suspiraba bajo espléndido bronceado remarcador de su cabezón romano. No le iba a la saga en morenez el estético Javier de Benito, botonadura en zafiros y brillantes: “Dejo la Teknon –su centro de operaciones- y me instalo en la Dexeus”, dos centros barceloneses de solvencia única. María León se espigaba en un pedro del hierro del que es imagen, Carla Royo impactó con su bandó hippy complementado de rosada florificación firmada por Joseph Font. Kina Fernández presumía de hija y Biandra Siruela de tocado balinés con una docena de doradas agujas proporcionándole mayor exotismo. Begoña Zunzunegui adornó su morado óscar de la renta -¡ajustadísimo!– con enorme broche tintineante cerrándole la espalda.
Una filigrana combinadora de cuarzo rosa y amatistas que mereció elogios de Jean-Louis Mathieu y miradas aprobadoras de los dos portadores de esmoquin blanco. Era lo exigible, y tal hicieronEric Yerno, incansable en sus viajes a Estambul buscando la pipa del pachá, y el ya rechoncho Pascual Ortega. Con vivas admirativos fue recibido Jaime Cantizano, al que acompañaba un barbudo Jorge Fernández. Son inseparables. La familia Segrelles recurrió al multicolor, Marta Robles a unos aros años 70 y Marisa Jara al negro paillet que dejaba entrever su generoso escote. Pasó la noche cerrándoselo ante una Genoveva Casanova como disminuida por su floreado modelo, nada que ver con el azul reajustado de la fría Adriana Carolina Herrera. La Jara confirmó que se casa el “19 de septiembre, en Ibiza”. Y que su madre mejoró del mal: “Está animadísima, aunque con bajones lógicos”.
Fiel al negro.
Cristina Macaya mantuvo su tradicional fidelidad al negro, en este caso firmado por Miyake, mientras la sobresaliente Adriana Abascal se enfundó un cavalli que parecía Versace versus Donatella. Lo rebordeaban piedras doradas, buen contraste a la vaporosa falda en gasa de un verde menos alechugado que los que formaban hombreras florales en la inefable Cuqui Fierro. Ya prepara verano ibicenco ahora que no tiene problemas de rodilla, cambió a Tony Benítez por su sucesor y no sé si heredero Emilio. Martina Kleinrecurrió a un otoñal traje de ante gris con florón sobre la izquierda, uno de los loewe imponibles. Siguen sin acertar tras desechar al Narciso Rodríguez, hoy consagradísimo en Estados Unidos, asintióMarina Castaño bajo lanosa rebequita de una Purificación García dando codazos para hacerse ver. Marina sigue encandilada con el jamonero pamplonica. Bimba, cual musa ennegrecida, en camisero por David Delfín, igual que Begoña Trapote con el bronceado más fuerte del anochecer contaba lo bien que marcha la relación de su hermana con Felipe González. Cary Lapique mostró delgadez ganada en Sha bajo ceñido cavalli de la primera época.
La princesa de Orléans, un dior de los 50 que ella situaba en los 70 -suerte que Gael Collet precisaba, era casi new look-, yGloria Barutell paseó el único esmoquin femenino de la noche, las solapas animadas con pedrería. La elogió la Urzuaga casi con corpiño acordonado, una
Ángeles Moya enmoñada y Laura Pamplona con lo más rompedor: un traje de cortesana saigonesa con abertura hasta más arriba del muslo. Resultó lo más exótico de este sueño de una noche de pre verano. Telva y su glamour ya tienen la competencia de Yo Dona.
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