“Los padres deben pedir que sus empresas supriman reuniones tardías y comidas de trabajo”
Pilar Laguna es vicerrectora de la Universidad Rey Juan Carlos y coordina un decálogo de medidas para que la Administración y las empresas den un giro de 180 grados a sus políticas de conciliación | Entidades punteras como MRW, IBM e Iberdrola ya las aplican
La vicerrectora de la Universidad Rey Juan Carlos, Pilar Laguna, es la coordinadora del decálogo que alerta del perjuicio que causa sobre los niños el horario de sus padres
“Muchos padres echan más la culpa al entorno, a las malas compañías, a la escuela… y no son conscientes de que el problema con sus hijos empieza por ellos mismos“. Por ellos y por sus horarios que los condicionan hasta el punto de convertirles más en seudoesclavos que en padres. La reflexión pertenece a Pilar Laguna, vicerrectora de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid y coordinadora de un interesante decálogo que alerta de los peligros que representan para los niños los horarios y el calendario de trabajo “irracionales” que pesan sobre los progenitores (puedes leer las diez medidas en este tríptico informativo, en formato PDF).
Han elaborado este código práctico la Oficina del Defensor de la Comunidad de Madrid y también la Comisión para la Racionalización de los Horarios Españoles y su Normalización con los de los países de la Unión Europea (UE).
La experta desglosa para ADN.es algunas de las medidas prácticas que invitan a dar un vuelco radical al modelo empresarial y familiar impuesto en nuestra sociedad. El momento de crisis, dice, es oportuno para meditar si nuestros horarios son realmente “productivos”.
P- El riesgo más grave del que alertan en su decálogo es el de la soledad de los niños. ¿Todo empieza ahí?
– Los coqueteos con el alcohol, las drogas, el fracaso escolar y hasta la obesidad. Demasiados son los problemas que comienzan por la soledad que viven los menores desde que son muy pequeños. Si no siembras, cuando terminan con malas compañías y con problemas, no podemos responsabilizar a todo menos a los padres. Es una inversión a largo plazo: no se puede enderezar un árbol cuando ha crecido torcido. Los padres tienen que saber que cuando los niños absorben toda la información es hasta los 10-11 años. Si no existe esa calidad de tiempo pasado con ellos, surgen muchos problemas.
P- ¿Son conscientes actualmente los padres de esa necesidad que piden a gritos sus hijos?
– No toman conciencia del problema. Si los tengo bien alimentados, bien comidos, pienso que soy un buen padre. Pero no es así, no son conscientes de la necesidad e importancia de pasar tiempo con sus hijos. Hay que formar un espacio de entendimiento, donde los niños se sientan relajados y suelten por su boca todo lo que ven, todo lo que sienten, todo lo que viven día a día…
P- Esto, en plena vorágine laboral, es bastante complejo. ¿Lo han tenido en cuenta en su estudio?
– Claro que no somos libres al 100%, y que vivimos muy condicionados. No es tan fácil, lo sabemos, pero hemos visto que en muchas ocasiones es necesario que cada uno tome partida por cambiar el modelo de vida. Que sepa que la familia es lo fundamental y tomar conciencia de eso implica después reivindicar en sus empresas que su productividad no tiene relación directa con su permanencia.
P – Reclaman ayudas y nuevas políticas a la Administración, a las escuelas y empresas para redireccionar los horarios de los padres. ¿Nos puede dar algún ejemplo de esas estrategias a seguir?
– Los colegios han hecho mucho esfuerzo para apoyar a los padres, también la Administración pública, habilitando por ejemplo actividades extraescolares cuando los niños tienen jornada continua en las escuelas, pero son parches. Los empresarios deben saber que si flexibilizasen la hora de entrada entre las 9 y las 9.30 de la mañana, darían la vida a más de un padre, porque les permitiría a ellos dejar a sus hijos en el cole. Otra medida muy sencilla es que no se convoquen reuniones de trabajo a las 19.00 de la tarde cuando, además, todo el mundo está cansado y que se fijan con hora de entrada, pero no se sabe cuándo se saldrá. Otra norma que yo tengo, por ejemplo, es no admitir una comida o desayuno de trabajo, que te alargan la jornada laboral, porque si regresas de una comida después de dos horas y media, te tienes que quedar otro tanto tiempo para hacer el trabajo que no has hecho antes. Con cosas como ésta, nos encontramos después auténticas aberraciones en el seno familiar.
P- Aberraciones, ¿cómo cuáles?
– Como que haya padres que lleguen por la noche, y sólo vean a sus hijos dormidos. O algunos que deciden mantenerlos despiertos hasta las 22.30 porque “si no, no los ven”, pero es una pescadilla que se muerde la cola, porque el niño que está despierto a esas horas, tiene que madrugar, no rinde en clase y de ahí viene el fracaso escolar.
P- Pongamos un caso muy normal. Una pareja de jóvenes que tiene su primer hijo y ambos quieren conservar sus trabajos porque lo necesitan para su economía diaria. ¿Cuál es la solución ideal para ellos?
– En primer lugar, han de ser conscientes de que sus hijos son el bien más preciado. Y después han de idear fórmulas creativas -que las hay- para que si no está uno con el niño, esté el otro. No deben delegar de forma sistemática en otros (abuelos, cuidadores, escuelas…) la responsabilidad que tienen como padres. Y además el padre también ha de aplicar su responsabilidad compartida para llevar al niño al médico, al dentista, acudir a las reuniones de las asociaciones de padres… Nos encontramos con demasiadas mujeres sobrecargadas de trabajo y obligaciones familiares porque ellas se ocupan de todo.
P- A nuestra pareja del ejemplo, le ayudaría mucho que los abuelos viviesen en la misma ciudad…
– Si viven en la misma ciudad, los abuelos pueden ser un soporte, pero no se debe encargarles a ellos que eduquen a nuestros hijos. Quienes tienen a los abuelos fuera, lo tienen más complicado, pero por eso han de incidir en pedir en sus trabajos las medidas de conciliación que necesitan.
P- ¿Apostaría incluso por el cambio de trabajo, si la empresa no le da esas medidas más flexibles que piden y necesitan?
– Sí. Sé que es fácil decirlo y luego hacerlo es mucho más complicado. Si es una situación crítica y decisiva para la mejor educación de sus hijos, entonces hay que apostar por hacerlo. Estamos muy preocupados todos los padres por hablar de nuestra carrera profesional, de que todo lo hacemos por nuestra carrera, pero quién le pregunta al niño por su carrera infantil, por cómo la está llevando. Nuestros progresos en el trabajo los estamos haciendo a costa de nuestro modelo de familia y de nuestros hijos.
P- En la presentación del decálogo, dijo que el contexto de crisis puede incidir positivamente en las medidas de conciliación, ¿a qué se refería?
– Cualquier momento de crisis es para reflexionar sobre que lo que estábamos haciendo no era tan bueno. Y para cambiar: no por trabajar en estos horarios somos más productivos, es un momento para mirar (a otros países, por ejemplo) y tomar decisiones con perspectiva. Vivimos de una forma atropellada, pero los momentos de crisis pueden servir para que veamos que los modelos de presencia física en la empresa no tienen nada que ver con su productividad.
P- Puede darnos ejemplos de empresas que ya lo hayan cambiado y sigan siendo rentables, e incluso más rentables.
– IBM, Microsoft, MRW y la Fundación de la ONCE trabajan mucho estos temas y creen en la bondad de lo que promulgamos en nuestro decálogo. Empresas punteras en el Ibex, como Iberdrola, lanzan un mensajito a sus empleados: “A las 15.30, todo el mundo en casa”.
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