Los extranjeros compran Brasil pedazo a pedazo
Los especuladores adquieren cada día una extensión equivalente a seis veces Mónaco
Plantaciones de caña de azúcar en Brasil.
Nelson Almeida
Brasil cada vez es menos brasileño. Enormes extensiones de terreno son compradas a diario por inversores y terratenientes extranjeros con el objetivo de ganar dinero rápido y fácilmente, hasta el punto de que cada día se vende un pedazo de tierra equivalente a seis veces el tamaño de Mónaco.
O sea, 12 kilómetros cuadrado de territorio, lo que supone una extranjerización a marchas forzadas del país, según ha denunciado el rotativo Folha de Sao Paulo. Entre noviembre y mayo, han sido adquirido 1.523 inmuebles rurales (2.269 kilómetros cuadrados) por empresarios foráneos, a los que habría que sumar las adquisiciones por parte de testaferros nativos .
La mayoría de los compradores son representantes de fondos de inversión interesados en los negocios agroalimentarios y, en particular, en la soja y los biocombustibles. Brasil, en ese sentido, es una potencia mundial en producción de etanol, tanto para consumo interno como para la exportación.
Pero los oportunistas compradores están interesados no sólo en el producto y sus derivados, sino también en las subvenciones que reciben del Gobierno para su producción, por no hablar del propio precio cada vez más caro de la tierra. El Incra, un organismo que persigue la reforma agraria y el reparto de tierras en un país donde la misma no es para quien la trabaja, cree que los extranjeros ya poseen 5,5 millones de hectáreas.
La mitad de ellas, en la Amazonia, donde la selva perdió en un año una extensión equivalente a doce veces Sao Paulo, según el Inpe. Un ejemplo que pone de manifiesto las prácticas abusivas y la deforestación salvaje del pulmón verde es las de la maderera Gethal, cuyo propietario compró en su día 160.000 hectáreas.
Por ello, intenta frenar la oleada de adquisiciones, actualmente permitidas a personas físicas de otra nacionalidad que residan en Brasil o a personas jurídicas extranjeras autorizadas a actuar en el país. Otro de los objetivos es dificultar la compra de empresas brasileñas que, en realidad, están controladas por capital extranjero.
Si bien Sao Paulo se lleva la palma con 11.424 terrenos en manos de extranjeros, su extensión apenas sobrepasa las 500.000 hectáreas, superadas por las 754.700 hectáreas de Mato Grosso, que cuenta con 1.377 de propiedades ajenas. Una cifra que indica la inmensidad del interior brasileño, todavía por descubrir y explotar.
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