Los Álvarez el “Falcon Crest” de Vega Sicilia
Tras cinco años de juicios, la disputa familiar no cesa. El padre, Don David, ha ganado a sus hijos en el Tribunal Supremo, pero no tiene fácil recuperar la mítica bodega.
Los culebrones empresariales existen en la vida real. Uno de ellos es el que protagonizan los Álvarez Mezquiriz. Están peleados desde hace años por el control de dos grupos empresariales: Eulen, un gigante de servicios auxiliares a empresas, y el grupo El Enebro, dueño de las famosísimas bodegas Vega Sicilia, en Valbuena de Duero (Valladolid). Vega Sicilia es un vino mítico, uno de los diez mejores vinos del mundo.
Comenzando por lo más reciente, el Tribunal Supremo ha zanjado un largo pleito el pasado 2 de julio, dando la razón al padre de esta familia, David Álvarez Díez, por el control accionarial de la famosa bodega. La sentencia pone punto final a cinco años de juicios contra sus hijos Marta, Elvira, Juan Carlos, Emilio y Pablo. Se trata de los cinco vástagos menores de los siete que tiene y que hicieron frente común en una rebelión familiar contra su progenitor. La historia, que ha hecho correr ríos de tinta, es cuando menos, extraña y todo indica que el origen del enfrentamiento está en que don David se niega a jubilarse con 88 años, una vez que ha perdido la confianza en sus hijos.
El culebrón va a seguir, con probables incidentes procesales, porque se necesitan de dos a tres meses para ejecutar la sentencia y agosto es inhábil judicialmente. No es descartable que se acabe con notarios por medio y quién sabe si hasta con la Guardia Civil. El próximo episodio será la junta de accionistas de El Enebro en la que el padre se presentará con la sentencia y los hijos, con mayoría accionarial, le impedirán ejecutarla en los términos que él pretende “porque el Supremo le da derecho a dividendos y beneficios, pero no al control de la gestión”, según señalan los abogados de los hijos rebeldes.
Conflicto envenenado
El conflicto viene de lejos. Los hijos menores forzaron la jubilación del padre, ya octogenerario, en los años 2009 y 2010. Don David cedió el poder en Eulen a su hijo Juan Carlos, pero el traspaso duró poco. A los pocos meses rebobinó y lo cesó aduciendo que no le gustaban los nombramientos de algunos ejecutivos que estaba haciendo. Este hijo y cuatro de sus hermanos (los de menor edad) dieron un golpe de mano en 2010 y, utilizando su mayoría accionarial, se quedaron con El Enebro y la mítica bodega Vega Sicilia. Previamente habían sido desalojados de todos los cargos del Grupo Eulen, un gigante empresarial que tiene 82.000 empleados y está implantado en 14 países, dando servicios auxiliares a empresas en limpieza, mantenimiento, o seguridad, entre otros campos. Eulen es el grupo de empresas inicial de la familia y el origen de su fortuna.
El 2 de julio pasado todo parecía que había llegado a su final tras la sentencia del Supremo, pero, visto el carácter de esta familia, queda guerra para rato entre los Álvarez. Los hijos mayores, Jesús David y María José, también han mostrado sus cartas: Jesús se ha desmarcado del conflicto, ha vendido sus acciones en El Enebro a sus hermanos pequeños y se ha declarado neutral, dedicándose a sus propios negocios. María José se ha atrincherado con el padre y ahora es la heredera única y primera ejecutiva del grupo Eulen.
Pero ¿por qué la guerra no ha terminado? La respuesta es que los hijos no entregarán ni El Enebro ni Vega Sicilia, ni con notarios ni con la Guardia Civil. Su interpretación de la sentencia del Supremo, publicada el pasado 2 de julio, es que los jueces devuelven el usufructo al padre “pero no los derechos políticos” o sea, puede cobrar dividendos pero no mandar. Aunque la sentencia no tiene recurso, está por ver su ejecución. Los hijos se agarran a la Ley de Sociedades de Capital (artículo 185), que indica que la mera asistencia de los hijos a la juntas de accionistas invalidan el poder del padre para representarlos tal como se pactó en su día al ejecutar la herencia de la madre. Con el 80% del capital del El Enebro en su poder, no se piensan dejar de-salojar de la empresa.
Abogados mercantilistas expertos señalan que se avecinan disputas en los órganos de gobierno de El Enebro. Si el padre intenta tomar el poder, los hijos impugnarán su presencia o le negarán el acceso a la junta de accionistas, con lo que la vuelta a los juzgados está cantada.
Un David que es Goliat
Recordando la famosa serie de bodegas Falcon Crest, don David no es un J.R. con sombrero tejano y malo a rabiar, ni los hijos son el símbolo mismo de la maldad. Pero hay mucho carácter en esta familia, donde nadie se deja pisar. El padre, David Álvarez Díez, un montañés de León (Crémenes), empresario lúcido y pertinaz a sus 88 años, es, ante todo, fundador del imperio Eulen, con más plantilla que Renfe o Correos y líder en España en servicios a empresas, con 50 años de vida, nueve líneas de negocio y una sólida presencia en Latinoamérica.
David Álvarez es un personaje surgido de la nada. Desde la montaña de León, emigró a Bilbao y, con apenas estudios medios y técnicos, montó una academia de Bachillerato que fue el principio del gigante empresarial que es hoy al cabo de medio siglo. Este don David es un hombre curioso, que se parece más a Goliat que al David de la Biblia. Pese a que está ya cerca de cumplir 90 años, tiene un carácter fortísimo y, desde el año 2010, ha decidido morir con las botas puestas. De hecho, operado del corazón en 2012 y con graves complicaciones, no se ha retirado de la primera línea. Ha tenido percances y roturas de huesos que le han llevado a una silla de ruedas, pero no ha mermado un ápice su carácter.
Los cinco hijos díscolos, Juan Carlos, Emilio, Pablo, Elvira y Marta, no están dispuestos a que su padre los saque de la empresa familiar, de la que tenían el 50% heredado de su difunta madre. Están atrincherados, con la mayoría absoluta del capital, en El Enebro, la empresa matriz de la bodega Vega Sicilia, varias bodegas en Toro y Hungría, y la empresa cárnica Valles del Esla, que gestiona todo el patrimonio inmobiliario de la familia, nada despreciable por cierto.
Larga batalla judicial
El padre tiene a su favor tres sentencias y no es fácil que haya paz en la familia. Primero ganó en un juzgado mercantil de Madrid, que dio la razón al padre en sus pretensiones. Don David se consolidaba como titular indiscutible del 64% de Eulen, sumando sus acciones con las de su hija María José, a la que nombraba administradora única de la empresa. En 2013 ganaba de nuevo en la Audiencia Nacional, que ratificaba la sentencia anterior y, finalmente, el pasado 2 de julio, se conocía la sentencia del Tribunal Supremo que le devuelve todos los derechos y el usufructo del 51% del capital de El Enebro. El padre fundador asegura que “se le devuelven todos sus derechos” siguiendo la línea de las dos sentencias favorables anteriores. Eso incluye el usufructo de El Enebro y además el control de la compañía.
Naturalmente, los hijos díscolos niegan la mayor: “el tribunal le da lo que nosotros le ofrecimos en su día y rechazó, derecho al usufructo pero no a controlar la empresa”. Solo tendría derecho a dividendos de la compañía, pero no a mandar, ya que con la Ley de Sociedad de Capital actual (artículo 185), “la mera presencia de los representados (los hijos) en una junta de accionistas invalida al representante (el padre)”. Esto vendría de la fórmula jurídica de la partición de la herencia en favor de los hijos, a la muerte de la madre y esposa de David Álvarez. Y en todo caso, los hijos tenían el 67% de El Enebro y pueden hacer valer su mayoría en los órganos de gobierno de la compañía.
Por si fuera poco, los cinco hijos se han reforzado fuertemente en el control del capital de El Enebro. Acaban de comprar a su hermano mayor Jesús David, el 13,7% del capital de El Enebro, con lo que tienen ahora el 80% de las acciones. En esas condiciones cierran el paso a su padre en sus pretensiones de controlar o mandar en la empresa. Personas que conocen a David Álvarez aseguran que “quiere doblegar a los hijos y nunca accederá a ningún tipo de arreglos”. Para muchos observadores, la pelea por El Enebro es un asunto que solo se entiende por enconos personales. Don David Álvarez tiene en su poder Eulen, una empresa que factura 1.300 millones, que le garantiza su vida y futuro con holgura. El Enebro no ha sido nunca la ocupación ni preocupación del fundador del grupo, hasta que sus hijos se parapetaron tras ella. Es un pequeño grupo en el que la joya de la corona es la mítica bodega Vega Sicilia, comprada por los Álvarez en 1986, en circunstancias fortuitas. Es uno de los 10 mejores vinos del mundo y se ha convertido en manos de Pablo Álvarez, uno de los hijos menores, en algo muy rentable. Vende y exporta en 110 países, con un prestigio y un futuro brillantes.
ASPECTOS FAMILIARES
En esta historia familiar se mezclan, además, aspectos personales que agravan la mala relación entre los protagonistas del conflicto. David Álvarez fue operado hace tres años del corazón y estuvo a punto de morir tras sufrir una septicemia en un hospital de Madrid. Durante su estancia en la UVI, se negó a recibir a sus hijos. Posteriormente mantuvo y mantiene rotas las relaciones con los cinco hijos disidentes y solo se relaciona con sus dos hijos mayores, Jesús y María José. Los hermanos sí mantienen relaciones afectivas entre ellos, pero el conflicto con el padre sigue enquistado y ningún hijo, ni siquiera los fieles, le ha hecho variar de posición. Al parecer, por dos veces en estos cinco últimos años han estado a punto de firmar la paz ante notario, con fecha y hora. Al final, en el último momento, David Álvarez no apareció para rubricar el pacto. La versión de los hijos es que quería humillarlos. La que no ha intervenido nunca en este culebrón es la actual mujer de David Álvarez. El empresario se ha casado tres veces. Tras fallecer su primera mujer, María Mezquiriz, madre de sus siete hijos, contrajo matrimonio en segundas nupcias con la que era su secretaria, y de la que también enviudó. Su tercera mujer es también su última secretaria, cuarenta años más joven que él. Esta se ha mantenido siempre al margen del conflicto de su marido con sus cinco hijos pequeños, algo que estos han agradecido sobremanera.
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