Decíamos ayer… que ahora, más que nunca, merece la pena invertir en criterio. En la era de internet estamos a unos cuantos clicks de información que hace muy poco costaba años en reunir. Véase al hombre de la foto. Sun Ra llegado de Saturno para establecer un jazz cósmico.
No se pierdan sus reflexiones en el libro de Chema García Martínez. “Esto es jazz. los 101 mejores discos de jazz” (Alianza).
El libro de Chema García Martínez nos hace partícipes en el texto (los textos) de un sin fin de experiencias. Músicos y testigos directos que dibujan una historia del jazz compartida que necesariamente ayuda a conformar un criterio propio
Mi granito de arena al libro consiste en recordar nuestro primer encuentro con Machito, un encuentro que, personalmente, cambió mi manera de entender el jazz y la música en general. Fuimos a entrevistar al cubano que había tocado con Charlie Parker y nos encontramos con la paradoja de que había sido Parker el que había ido en busca de Machito.
Ya puestos a ponerse en situación, ¿por qué no seguir la huellas de Charlie Parker y profundizar en la música afrocubana?
¡ja! ¡Cómo si fuera fácil! A mí me cambió la vida.
Veamos, hay épocas en la historia del jazz que es necesario imaginar. Caso de la presencia del cubano Chano Pozo en la big Band de Dizzy Gillespie en 1948. “Fue una de las experiencias más escalofriantes que he vivido. Sigo sin encontrar nada que pueda comparársele ni remotamente”. La cita es del periodista y poeta danés Ebbe Traberg. Un amigo que siempre estaba dispuesto a compartir sus experiencias en esos centros culturales únicos en España. ¡Los bares!
Me une una larga amistad con Chema García, hemos compartido conciertos, entrevistas, camerinos y bares. En pocas palabras, hemos tenido muchísimas experiencias comunes y, sin embargo, mi lista es completamente distinta. Si Charlie Parker y, en mayor medida, Dizzy Gillespie, se introdujeron en la música afrocubana ¿Por qué no lo hicieron docenas de críticos y periodistas que seguían sus pasos?
Una de las últimas tardes con Ebbe Traberg, me preguntó:
¿Por qué has dejado de ir a los conciertos de jazz?
-Bueno, me estoy metiendo en la cosa afrocubana y en el flamenco.
Por otra parte estaba haciendo en Tele K con Rauluz el programa “Más Ke Músika” (Rumbitas y hard-core) fueron 7 años de intensa actividad en el que pasábamos de Rage Againts the Machine a Tito Puente y de Rubén Blades al Omega de Morente, pasando por Compay Segundo, la música africana y el rap.
En ese momento el jazz estaba dominado por el talento de Wynton Marsalis, los dos conciertos que le escuché celebrando la música de John Coltrane y la de Duke Ellington fueron magníficos. Pero Wynton tiene un problema: copia demasiado bien, hasta el punto que parece más un artesano que un artista. Supongo que eso fue lo que ofendió a Miles Davis. Aquel pipiolo estaba clavando “su” música de 1959.
Supongo que la ira de Miles con Wynton tiene que ver con la frase que repite el personaje de Julio Cortazar en “El perseguidor”
-”Eso ya lo toqué mañana”.
Crucé la mirada dos o tres veces con Miles, la primera en el North Sea Jazz festival de la Haya, Miles fulminaba a todos los pardillos que le preguntaban sobre “Kind of blue”. Miles vino a Madrid a presentar una exposición de sus dibujos y lo volvieron a hacer, volvieron a preguntarle sobre aquella maravillosa música que había grabado en 1959. Miles estaba jodido porque Marcus Miller “había hecho una mierda de arreglo en una gala”. Miles estaba tocando “Time after time” un temita de Cindy Lauper y había conseguido que aquello sonara como un estandar contemporáneo. ¡Joder! ¡Si hasta los malditos raperos habían aprendido su manera de decir los tacos!
Cuando vino a presentar “Tutu”, Miles se presentó ante los periodistas orgulloso y macarra, eso se podía sentir detrás de sus gafas negras: ¿Quien va a ser el puto capullo que me va a preguntar sobre Kind of blue?
Aprendí mucho en los años 80 junto a Chema, más que en la universidad Complutense. Conocer la historia de jazz me parece imprescindible para cualquier ser humano interesado en la música contemporánea. En aquellos días vivíamos en una contrarreloj constante, había que entrevistar a aquellos personajes legendarios que venían por primera vez a España y que nos ofrecían su peculiar visión de la historia del jazz. Luego tomábamos una caña con Traberg (aunque él era más de gin-tonic). Por mi parte llegué a la conclusión de que eera lo que había que hacer era investigar en un ámbito más cercano, es decir el flamenco y la música afrocubana. De alguna manera seguí las huellas de Parker y Gillespie que conducían a Machito y Chano Pozo, que luego acabara en Peret, Morente, Paco de Lucía y Camarón fue inevitable.
Pero volvamos a libro de Chema que utiliza una gran diversidad de fuentes para que expliquen los discos. De esa manera neutraliza la tendencia a encontrar verdades absolutas. Ese “yo digo y considero” que está a un minuto de distancia de los aberrantes púlpitos.
Cada uno de los 101 discos seleccionados tiene “otro” disco de referencia de manera que lo que se propone es un intercambio de ideas y gustos.
Habrá quien considere que Robert Wyatt no hace jazz. No recuerdo haber escuchado “Ruth is stranger than Richard” (y hoy no estoy dispuesto a escuchar más música en el ordenador) así que mi propuesta de Wyatt es “Ep´s” una recopilación que incluye “Shipbuilding”, el “Te recuerdo Amanda” y “Yolanda”. Un disco que publicó en España el sello Nuevos Medios.
Total que sí, que mi lista es distinta, que sí, que Chema ha incluido algunos de mis discos favoritos, pero que yo hubiera incluido otros. Por ejemplo:
- Una buena recopilación de jazz sudafricano, aunque no tenga mucho jazz.
- Al menos dos de las cuban jam-sesions del sello Panart de 1957. Por ejemplo las de Cachao y Peruchín
- Cualquiera de los grandes discos de Jorge Pardo (con o sin Paco de Lucía). Especialmente “Veloz hacia su sino” (Nuevos Medios) o el último “Huellas”.
- Cualquiera de Fela Kuti con Tony Allen en la batería (Art Blakey y Max Roach juntos y revueltos).
- “Out of the desert” de Joachim Kün la más hermosa fusión con la música gnawa y por, supuesto en mi lista figuran Concha Buika, Eddie Palmieri y docenas de artistas más que nunca pretendieron hacer jazz pero que cumplen, sobradamente con el aserto coplero de Duke Ellington. “No merece la pena si no tiene swing” que fue transformado en los tiempos del Nuevo Flamenco por: “Si no tienes soniquete, pa qué te metes”.
Comentarios recientes