Los 10 de 2014
Una vez más Tiempo reúne en su último número del año a los diez españoles que más han destacado a lo largo del ejercicio. Ellos son el ejemplo de la determinación de un país por superarse y dejar atrás de una vez por todas la crisis que le ahoga desde hace años.
El año 2014 se va y su estela no deja en España piedra sobre piedra. Han sido doce meses sofocantes. No solo respecto al clima (el año más caliente desde que hay registros de temperatura), también informativamente. Los españoles, sobrecargados por el paro, la corrupción y las amenazas económicas, no terminan de ver marcharse una crisis que lleva ya demasiados años sobre sus espaldas. Los datos macroeconómicos mejoran y el paro desciende mes a mes, pero siempre a un ritmo insoportablemente lento. El peso sostenido de la crisis y el hartazgo de buena parte de la sociedad han acabado arrastrando a muchas instituciones, que en 2014 han iniciado un proceso de cambio inaplazable. Toda una generación se empieza a batir en retirada dejando espacio a los jóvenes.
Para cerrar el año, como ya es tradicional, Tiempo elige a los diez españoles que más han destacado en los últimos meses. Ellos han marcado los triunfos, pequeños o grandes, de una sociedad que no se rinde ante las dificultades. Por supuesto, otros muchos, unos conocidos, la mayoría anónimos, podrían ocupar este lugar, pero no hay ninguna duda en que la decena de seleccionados lo merece. Algunos han entrado en la historia de España por la puerta grande, otros, más modestos, limitan sus éxitos a ámbitos más concretos, el deporte, la cultura o la empresa, pero todos son un símbolo de la determinación de un país que se niega a tirar la toalla. Ellos nos cuentan cómo han vivido el año que se acaba y qué esperan para el siguiente.
Un nuevo Rey.
La lista de 2014 no podía encabezarla más que el nuevo Rey, Felipe VI. Después de casi 38 años de reinado, el 2 de junio, Juan Carlos I anunció que ese mismo mes abdicaría en su hijo. La monarquía española, una de las más valoradas de Europa durante décadas, atravesaba momentos difíciles. La mala salud de don Juan Carlos y el “martirio” del caso Nóos, que había llevado a la Casa Real a los niveles más bajos de popularidad de toda su historia, aconsejaban una inyección de juventud. El 19 de junio, solo una semana después de que el Congreso de los Diputados ratificara la decisión real por aplastante mayoría (299 votos a favor, 19 en contra y 23 abstenciones), Felipe Juan Pablo Alfonso de Todos los Santos de Borbón y Grecia se convertía en Felipe VI.
Y desde entonces no ha parado. Consciente del creciente desapego de la sociedad con la monarquía, el nuevo Rey ha puesto patas arriba la institución. Su trabajo se resume en una frase: “Quiero que los españoles se sientan orgullosos de su nuevo Rey”. Para ello ha puesto en marcha una batería de medidas que trata de recuperar el cariño y la confianza de los ciudadanos. Junto a los actos más institucionales, los Reyes han multiplicado sus contactos con la llamada sociedad civil, abriendo el círculo de influencia de la Jefatura del Estado. Un ejemplo es la recepción ofrecida en El Pardo (y más tarde en otros actos oficiales) a más de 350 miembros de colectivos de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales, algo impensable hace tan solo unos años.
También ha tratado de restañar las heridas que el caso Nóos y el viaje de su padre a Botswana provocaron en los últimos años en la Casa Real. Si como Príncipe de Asturias Felipe VI evitó salir en la foto con la infanta Cristina e Iñaki Urdangarin, desde que es Rey la relación se cortó también institucionalmente. Sus hermanas ya no forman parte de la Familia Real (son, en términos oficiales, “familia del Rey”) y solo pueden ejercer labores de representación por encargo suyo y sin retribución. Además, los miembros de la Familia Real (Los Reyes, sus dos hijas, don Juan Carlos y doña Sofía) tienen vetada cualquier actividad más allá de las institucionales. En ese esfuerzo de transparencia, don Felipe ha puesto también coto a los regalos institucionales a la Familia Real, que nunca podrán superar lo socialmente aceptable como mera cortesía.
El propio Rey ha explicado que 2014 ha sido un año “intenso y de renovación” que servirá para “fortalecer nuestra vida en común”. Para don Felipe, “es necesario un impulso moral colectivo con el que se haga de España una nación ilusionada y que aleje el pesimismo, la desconfianza y el desencanto de una ciudadanía que ha demostrado una capacidad de sacrificio y esfuerzo admirable. Una España alejada de la división y la discordia”.
Esos son precisamente dos de los grandes retos que esperan a Felipe VI en 2015. La división en Cataluña, que mantiene al país desde hace tres años sometido a un claro choque institucional, ocupará gran parte de los desvelos del Rey y de toda la clase política. También la recuperación de la vapuleada credibilidad institucional, que afecta en mayor o menor medida a casi todos los organismos constitucionales del país. Fraguar de nuevo los consensos rotos y fortalecer el vínculo con la ciudadanía son tareas que con total seguridad ocuparán un amplio espacio en la agenda de Zarzuela.
Los resultados de este planteamiento no se han hecho esperar. La institución está recuperando parte de la popularidad que ya disfrutó durante décadas con don Juan Carlos en el trono. Según una encuesta desarrollada por NC Report y publicada en los últimos días del año, un 72,7% considera positivo su aún breve reinado. Felipe VI supera ya incluso a su padre en valoración. Los españoles le dan una nota de 7,6 sobre 10, tres décimas más que a don Juan Carlos.
Nuevos líderes en la izquierda.
Los otros dos grandes protagonistas de la política española también están casi recién llegados: Pablo Iglesias y Pedro Sánchez. En 2013 no solo no aparecía ninguno de ellos en las listas de personajes destacados, ni siquiera eran conocidos para el gran público. Ninguno de los dos. Hasta que se formó Podemos.
La irrupción del nuevo partido en la elecciones europeas ha sido la gran catarsis que ha revolucionado la política nacional de los últimos años. Pablo Iglesias ha pasado de ser un profesor anónimo a protagonizar la mayoría de las discusiones de bar en nuestro país. Algunos le señalan como una gran esperanza para cambiar un sistema en plena descomposición, otros como una amenaza radical y extremista para la economía y la política españolas. Lo cierto es que cada vez más encuestas le dan como vencedor en unas hipotéticas elecciones generales. Y todo se ha gestado en un año.
Pablo Iglesias, sin embargo, prefiere poner el foco en la situación del país: “Un repaso en materia social, política y económica, arroja una imagen reflejada en los espejos cóncavos del Callejón del Gato. El Gobierno frente al espejo es grotesco; la ministra de Empleo dice que ya es hora de sonreír mientras Rajoy afirma que la crisis ya es historia”, explica. La realidad sin embargo es que “en 2014 ha aumentado la precariedad, un tercio de los asalariados cobra menos de 645 euros y más del 50% de las horas extras no se pagan. Se ha tenido que seguir marchando más gente del país para buscarse la vida fuera. España cae en el ranking de inversión en I+D+I. Se ha destruido más empleo estable y el 63% de los contratos a tiempo parcial son indeseados. Ha aumentado el monto de la deuda y en 2015 será del 100% del PIB. España ha experimentado una caída de catorce puestos en el Índice de Desarrollo Humano de la ONU. La corrupción está desatada y el número de desahucios creció un 17% en el primer semestre. Aumentan los pobres, pero también los millonarios, un 24% este año. Un año más, miles de familias se quedarán sin calefacción por culpa de un Gobierno cómplice del oligopolio eléctrico”.
En su opinión, 2014 ha sido el año de la Casta “pero también ha sido el del fin de la resignación”. Y 2015 puede ser “el año del cambio político en este país, el año de la verdadera sonrisa y no la tétrica mueca que muestra la casta gobernante, el año de los ciudadanos recuperando la democracia y de la llegada de aire fresco y limpio en las instituciones”, subraya.
Para Podemos, y por tanto para Pablo Iglesias, 2015 será el año de la consolidación o del fracaso. Su futuro dependerá en gran medida de cómo gestionen el poder autonómico y municipal que con toda seguridad les otorgarán las urnas en el mes de mayo.
De desconocido al mejor valorado.
La llegada de Podemos ha repercutido en toda la izquierda. Tanto el PSOE como IU han tenido que reaccionar ante el nuevo discurso que acapara el debate. Y ambos han renovado sus liderazgos. El desastroso resultado socialista en las europeas aceleró antes del verano una sucesión prevista para noviembre. Alfredo Pérez Rubalcaba decidió retirarse y convocar un congreso para elegir nuevo líder.
Solo tres candidatos se presentaron: Eduardo Madina, a priori favorito; Antonio Pérez Tapias, líder de Izquierda Socialista; y Pedro Sánchez, un semidesconocido diputado madrileño. En diciembre de 2013, Sánchez había empezado a recorrer España agrupación por agrupación, convencido de que tenía posibilidades de hacerse con la secretaría general. El trabajo dio sus frutos. Medi0 año después, los militantes le daban un respaldo incuestionable: un 48,7% de los votos, 12,5 puntos más que a Madina y más del triple que a Pérez Tapias.
Desde el principio cambió radicalmente la forma de ejercer el liderazgo socialista. El nuevo secretario general decidió celebrar asambleas por toda España para escuchar a los militantes de primera mano y no se le caen los anillos por llamar a programas de máxima audiencia (Sálvame) para aclarar su postura sobre el Toro de la Vega o aparecer en El hormiguero lanzando a canasta. Pretende estar mucho más cerca de los ciudadanos. Y sus resultados no son malos. Aunque el PSOE sigue inmerso en el túnel en el que le metió la segunda legislatura de José Luis Rodríguez Zapatero, empieza a intuir algo de luz. Pedro Sánchez es el líder más valorado de los partidos parlamentarios (3,85), a mucha distancia de Rajoy (2,31). El PSOE además, parece haber tocado suelo y confía en empezar a recuperar votantes descontentos con la anterior dirección.
Para Sánchez, 2014 ha tenido dos caras. Por un lado, la de la crisis que “llevamos padeciendo los últimos tres años, pero agravada por el desgaste y la crisis de realismo del Gobierno, empeñado en dibujar escenarios triunfalistas”. Por otro la de la “esperanza”. “2014 es el año en el que empieza el cambio, el año de la inflexión y la recuperación del PSOE. Es el año en el que empezamos a cambiar el PSOE para volver a cambiar España”, explica.
Respecto a 2015, el líder socialista está convencido de que será el año en que los españoles elijan un “futuro distinto” a los “cuatro años más de austeridad, recortes de derechos y crisis institucional” que representa el Partido Popular. Para ello promoverá una “renovación política a fondo: constitucional, eco-nómica, de influencia en Europa y, sobre todo, de la forma de relacionarse de los políticos con los ciudadanos”. Las elecciones municipales serán el punto de inflexión para saber si el Partido Socialista es capaz de recuperar el terreno perdido. Si logra un buen resultado es poco probable que nadie se atreva a disputarle la candidatura de las generales. Si no, las críticas de algunos sectores socialistas, especialmente de Andalucía, podrían generalizarse y hacer peligrar su liderazgo.
El hombre del Papa.
Los aires de cambio también han llegado a la Iglesia española. El espíritu conciliador que el papa Francisco pregona en Roma poco tenía que ver con las formas ásperas y el discurso bronco que durante años mantuvo el hasta hace poco arzobispo de Madrid Antonio María Rouco Varela. Su jubilación ha dejado paso al que en algunos círculos religiosos señalan como el hombre del Sumo Pontífice en España, Carlos Osoro. El nuevo arzobispo de la capital comparte con Francisco unos modos suaves y un mensaje conciliador, que incluye a toda la sociedad, católicos o no. En esa línea, Osoro destaca de 2014 “las muestras evidentes de solidaridad” que han crecido en todas las regiones españolas y el trabajo de los “cristianos que han hecho posible el desarrollo de quienes tenían cerca con más necesidades o atravesando situaciones de pobreza real”.
Esa es precisamente su esperanza para 2015. El arzobispo de Madrid llama a “abandonar la palabrería” y “plasmar en obras lo que creemos”. Llama en definitiva “al compromiso con quien más lo necesita, con los que están solos, con quien tiene más vulnerabilidad y con los que teniendo todos los derechos humanos no los pueden vivir”. Muy positivo respecto al futuro, Carlos Osoro asegura que “se está fraguando la revolución de la esperanza el amor”.
Una de la mujeres más poderosas.
La primera mujer de esta lista lo es como consecuencia de un hecho triste. En septiembre fallecía repentinamente Emilio Botín, el banquero cántabro que había convertido en 30 años el Banco Santander, el séptimo banco español cuando cogió sus riendas, en el mayor de Europa y uno de los diez más grandes del mundo. Por unanimidad el consejo de administración pasó el testigo a Ana Botín, una sucesión ensayada hasta la saciedad por su padre.
Desde que era joven el banquero la había preparado para asumir el cargo. Para ello estuvo al frente de Banesto durante casi una década y también por eso le había encargado la gestión de la filial británica del Banco Santander. En ese último puesto Ana Botín era ya una de las mujeres más influyentes del Reino Unido. Ahora lo es de todo del mundo. En concreto, por índice bursátil, es la tercera ejecutiva del mundo y la única mujer presidente de uno de los diez mayores bancos del planeta.
Su desembarco en la presidencia del banco llega cuando los resultados del Santander no pueden ser mejores. Pese a la crisis, la entidad ganó hasta noviembre 4.361 millones de euros, un 32% más que en el mismo periodo del año anterior. Y las expectativas para el año que viene tampoco son malas. Botín explica a este semanario que “la economía española muestra señales positivas y los mercados reconocen el progreso”. Pese a todo, espera que las mejoras se trasladen pronto a la calle. “Necesitamos encontrar juntos soluciones para generar más empleo. Desde el Banco Santander vamos a seguir trabajando para contribuir al progreso de las familias y las empresas, además de apoyar iniciativas que faciliten el acceso de los jóvenes a la educación y su inserción laboral”.
En el terreno deportivo, el fracaso de la Roja en el Mundial de Brasil ha permitido que brillen con más fuerza los éxitos nacionales en otros deportes. España sigue siendo una potencia mundial que acumula medallas y títulos en cada temporada. Los últimos triunfos de la nadadora Mireia Belmonte en piscina corta o el dominio absoluto de los españoles en motociclismo, con tres campeones del mundo en las tres categorías, son ejemplo de ello.
La cara más visible de esa hegemonía sobre dos ruedas es el jovencísimo piloto catalán Marc Márquez. El mismo niño que soñaba con competir algún día contra Valentino
Rossi mientras lo veía correr por televisión lo mira ahora día sí, día también, desde lo alto del podio. El español ha vencido en 13 de las 18 carreras (10 de ellas consecutivas). El Doctore, segundo en el mundial, en dos. Con 21 años, Márquez es el piloto más joven de la historia en conseguir dos campeonatos del mundo en la máxima categoría (amén de los de 125 cc y Moto 2 en los años 2010 y 2012, respectivamente). Y promete seguir rompiendo récords.
En este caso nadie puede negar que lleva el triunfo en la sangre. Su hermano pequeño, Álex, con solo 18 años se acaba de proclamar campeón de Moto 3 (el antiguo 125 cc) y el año que viene correrá ya en Moto 2, el paso previo a la categoría reina.
Márquez cuenta a Tiempo que ha disfrutado más con los triunfos de Álex que con los suyos propios. “Ha sido un año importante para mí, pero sobre todo para mi hermano. Un año redondo para toda la familia, amigos y equipos”. Vive la tensión en carne propia y confiesa que tras las carreras de Álex acaba “tan nervioso” que le cuesta concentrarse para correr a él poco después.
Aunque sea el momento de celebrarlo, el campeón tiene ya un ojo puesto en 2015: “Supondrá para mí un nuevo desafío. Será mi tercera temporada en Moto GP y estoy seguro de que los rivales apretarán aún mas. Para Álex es otro mundo. Cambia cilindrada, así que le toca estar concentrado, aprender el máximo en uno de los mejores equipos y coger experiencia”.
También ha sido deslumbrante el final de temporada de la mejor nadadora española y una de las mejores deportistas nacionales de la historia. Solo Arantxa Sánchez Vicario podría, por triunfos, discutirle el título. Durante el mes de diciembre, en apenas dos semanas, Mireia Belmonte batió tres récords mundiales (1.500 libres, 400 estilos y 200 mariposa) que se suman a los dos, de 400 libres y 800 libres, que ostenta desde agosto de 2013. Todos ellos en piscina corta. Además, obtuvo cuatro medallas de oro en el Mundial de Doha y seis (tres de cada metal) en los Europeos de Berlín.
Belmonte no oculta su satisfacción por los éxitos acumulados. Poco después de batir su última plusmarca mundial reconocía que 2014 ha sido “una explosión”. “Cada año tengo la suerte de ir progresando, de ir mejorando todas mis marcas y sintiéndome mejor en el agua”, confiesa. Su historia es la del empeño en superarse. Alérgica al cloro y asmática, empezó a nadar por recomendación médica para solucionar unos problemas de espalda. Desde entonces y a pesar de todas las dificultades no ha abandonado de la piscina.
En pleno crecimiento como nadadora y recién cumplidos los 24 años, Mireia tiene la vista fija en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro en 2016. Será la cita para la que se prepare durante todo el año que viene. Con su primera participación en una cita olímpica, en Pekín 2008, no consiguió subirse a ningún podio. Cuatro años más tarde, en Londres 2012, se trajo para casa dos medallas de plata. Si la progresión continúa, los de Río de Janeiro podrían ser los Juegos de su consagración. Por el camino , el año que viene, podrá de nuevo medirse con sus máximas rivales en los Mundiales de Kazan, todo un ensayo general para la cita olímpica.
Cada vez que se habla de Mireia surge además el debate sobre el premio Princesa de Asturias de los Deportes. La mejor nadadora española de la historia aún no lo ha recibido y son muchos los que creen que el galardón no se escapará un año más.
El mundo de la cultura también ha tenido este año sus héroes y heroínas. Una de ellas es Carmen Iglesias, académica por partida doble. En 1989 fue la segunda mujer en formar parte de la Real Academia de la Historia. En el 2000, la cuarta en hacerlo de la Real Academia Española. Todavía hoy, a los 72 años, sigue rompiendo techos de cristal. La que en su momento fue tutora de la infanta Cristina y profesora de Historia del actual Rey se convirtió a finales de año en la primera mujer en dirigir una Academia, la de Historia. Su éxito, ya reconocido con todo tipo de condecoraciones es, además de suyo, el de todas la mujeres. Iglesias cuenta a Tiempo que el nombramiento ha sido “el colofón de un año muy bueno, dedicada al trabajo”. Lo vive dentro de la más absoluta normalidad. “Es lógico que con el tiempo, cuando los jóvenes vayan llegando, se abran todavía más a las mujeres las academias, las empresas y la sociedad en general”, razona.
Iglesias matiza su valoración del año cuando se le pregunta por el país, “inmerso en una tremenda crisis política, económica y de valores”. Pero si algo nos ha enseñado la historia, continúa, es que de la crisis se sale. “Y espero que la España que salga de esta crisis corrija los defectos que se habían acumulado durante estos treinta años”. Iglesias lamenta que muchos jóvenes no entiendan que “dotarnos de la democracia y de un Estado de Derecho ha costado sangre sudor y lágrimas a muchas generaciones. Es una red de todos que tenemos que tejer a diario”.
En cuanto a 2015, Iglesias seguirá con su trabajo con la conciencia de que se suma a él una nueva responsabilidad en la Academia. La afrontará con “ilusión” y dedicada a sus compañeros.
Y si hace unos años era imposible hablar de cocina sin citar a Ferran Adrià y en 2013 los Roca coparon los altares gastronómicos mundiales, este año ha sido el del boom de David Muñoz. El omnipresente chef madrileño ha cumplido su primer año con tres estrellas Michelin lleno de nuevos proyectos y fascinado por el efecto que la crisis ha tenido sobre la cocina. Después de varios años trabajando en Londres, en 2007 se instaló en Madrid tras los fogones de DiverXO. Su apuesta, una comida creativa, radical en sus conceptos y “rica”, arrasó. En 2010 consiguió su primera estrella Michelin; en 2012, la segunda; y un año después, la tercera. Este año ha sido el de la consolidación como uno de los mejores restaurantes españoles, y “el mejor, el más fructífero de los que lleva abierto DiverXO”. No solo por la tercera estrella, “que es más una consecuencia que otra cosa”, sino en cuanto a crecimiento como cocinero “a nivel coco”. Muñoz asegura que ha saltado 50 pasos hacia delante y a día de hoy no se pone “ningún límite”.
De hecho, en 2015 empezará el año igual que acabó el anterior: “Emprendiendo”. El 7 de enero inaugura el nuevo local de StreetXO, la propuesta más informal y económica del grupo. En febrero espera saltar a Londres, y en 2016, si todo va bien, a Manhattan.
Su ejemplo no es una excepción en el mundo de la cocina. Como Iglesias, dentro de la “tragedia que ha supuesto la crisis, con el cierre de multitud de restaurantes y quiebra de negocios”, Muñoz detecta algunos aspectos positivos. “Se han redefinido las reglas del juego. Surgen conceptos nuevos de negocio donde lo más importante es el talento culinario, lo que comes y cómo lo comes, más que otras cosas coyunturales como un local espectacular, una gran inversión o la localización”. El ejemplo es Madrid, donde los restaurantes más clásicos han dejado paso a locales más humildes de cocineros jóvenes donde se come muy bien. “A un restaurante muy bonito donde comes mal no vuelves. A uno sencillo donde comes de muerte, sí”, resume. Esa tendencia, asegura, va a continuar en 2015 con la explosión de nuevos talentos. Van a seguir existiendo restaurante de vanguardia, pero ya no hay “esa fiebre por hacer solo vanguardia”, algo positivo para tener un sector más variado y rico. Es, asegura, “el mejor momento de la cocina española”.
Ocho apellidos más.
Ningún resumen del año podía terminar sin citar de alguna manera el fenómeno cinematográfico que a principios de año recorrió la salas de todo el país. Ocho apellidos vascos se convirtió en la película española más taquillera de la historia en el mejor año del cine español y sus protagonistas, Dani Rovira y Clara Lago, en verdaderas estrellas. Ambos graban ahora con el resto del reparto la segunda parte, que llegará a los cines el próximo año. Lago trata de evitar que le pongan el sambenito de actriz de moda, “una putada, porque cuando pase, ¿qué? Lo que mola es consolidarse”. Tras el inesperado éxito de la película se subió durante meses a las tablas para interpretar La Venus de las pieles, una obra con una gran carga sexual y emocional. También volvió a los cines con ¿Quién mató a Bambi?.
Aunque le pese, todo el mundo está esperando verla en la pantalla de nuevo con Dani Rovira, recuperando la historia que hizo reír a media España. La secuela, aún sin nombre, aunque se baraje Nueve apellidos catalanes, tratará de resucitar un éxito sin precedentes en el cine español. Si la pareja funciona no es difícil que incluso lo supere.
Mientras, como nuestros diez protagonistas, el resto de los españoles seguirán peleando en 2015 por cosechar nuevos éxitos y dejar de una vez atrás una crisis que ya dura demasiado. Los próximos doce meses nos dirán si por fin termina la travesía del desierto en la que llevamos inmersos más de cinco año. Pase lo que pase, como cada año, Tiempo estará aquí para contárselo.
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