Lo que interesa y lo que gusta
Personajes nuevos y antiguos.
ADN.es
Uno. Desde la idea de bombero de Dick Fosbury, el primer saltador de altura olímpico que decidió brincar de espaldas (al principio todos se reían), hasta el primer iluminado que enchufó una guitarra o el que industrializó a lo bestia el consumo de nachos con sabor a aguacate (el dueño de Doritos falleció esta semana, descanse en paz).
Parece una locura pretender obtener nuevos resultados, superar nuevas cimas, usando siempre el mismo procedimiento.
Sin embargo, el mundo dice que la locura estriba en probar algo nuevo. En que la gente se conforma con lo que tiene y con nada más.
Dos. La mayoría de estrenos de Hollywood son remakes o reestrenos, el riesgo en cualquier obra cultural tiende a nulo y se extiende la idea de que dar a la gente lo que pide es dar lo de siempre. ¿Pero qué es lo que interesa?
Tres. Lo que inTeresa era también el título del programa con blog que abrió María Teresa Campos en los albores de internet.
Continuaba igual, los mismos temas y las mismas caras, pero abriendo ese espacio se le pretendía dar una pátina de novedad.
Cuatro. Esta semana, ocurría algo curioso en la gala de clausura del festival de San Sebastián.
El jurado premiaba precisamente el riesgo de una película, la de Isaki Lacuesta, pero la ceremonia acababa con las presentadoras leyendo comentarios del Twitter del festival, buscando esa ilusión participativa.
Cinco. Hay que estar en la calle y en la red, pero creo que el periodista no debe ni ser gandul, ni conservador ni debe convertirse en un retuitedor de temas.
Al margen de lo que hagamos, U2 seguirán sacando cajas cuádruples de grandes éxitos en DVD, Mourinho seguirá acompañando nuestras tardes de cañas, Lady Gaga dará la brasa cada día y la gente seguirá sintiendo una responsabilidad casi civil por consumir cosas que no puede pagar.
Las cosas que interesan son esas, está claro, pero también otras.
Ahí está el reto: dar eso y algo más. Haciendo lo de siempre o persiguiendo con retraso lo que ya se ha dicho en la red solo le daríamos la razón a Héctor Lavoe cuando cantaba: “¿Y para qué leer, un periódico de ayer?”.
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