¿Lo dejas todo para el final?
La falta de gratificación o el miedo al fracaso ayudan a postergar lo que sí se puede hacer
Los expertos advierten que uno mismo ha de saber gestionar su tiempo.
Cordon Press
¿Ya has ido hoy al gimnasio? ¿Cuánto hace que no vas? ¿Y no querías mejorar tu inglés? ¿Qué hay de esas clases? Sí, muchas veces dejamos para mañana lo que podemos hacer hoy. O tendemos a actuar en el último minuto. El término científico para este mal hábito se llama procrastinar. Aunque este comportamiento puede alertarnos sobre depresión o hiperactividad, no todo el que malgasta o no gestiona su tiempo tiene un trastorno.
Situaciones cotidianas como la lista de deseos-obligaciones de cada año, hacer deporte porque es saludable o aprender un idioma porque se ha de saber, corren el riesgo de terminar en la misma lista de deseables del año siguiente.”A no ser que te guste mucho hacerlas, estas cosas requieren un esfuerzo, se convierten en una obligación y su gratificación queda muy diferida”, analiza el psicólogo Lluís Casado, autor de Aprende a organizar el tiempo (Paidós). ¿A quién le gustan las tareas domésticas? Se trata de hacer “un ejercicio de autodisciplina”, comenta el experto.
Reflexiona sobre tu vida
Esta forma de comportarse es sobradamente humana. Si lo haces no te castigues compadeciéndote de ti mismo, sencillamente, actúa de una vez. Esta sería la receta, sencilla sólo en apariencia, para superar estas barreras. Para los especialistas tiene que ver con no tener claro qué es básico para uno mismo y qué es lo que nos motiva. “¿Cuántas horas dedicas al día a las cosas que realmente son importantes? La reflexión es dura, pero todos tenemos miedos y es importante reconocerlos”, explica Casado.
Algunas personas no actúan porque tienen miedo al fracaso o a no progresar, cosa que minaría su autoestima. Otras tienen tendencia a evitar los conflictos y a ser afines a conductas evasivas, aunque las situaciones desagradables no gusten a nadie en general. Y los hay que afirman que trabajan mejor bajo presión y que por eso lo dejan para el final (síndrome del estudiante). “Incluso en este último caso otros deciden por ti, como la amenaza de un jefe o el suspenso de un profesor. Es otro ejemplo de renunciar a coger las riendas de tu vida”, dice. Hasta los indecisos procrastinan, cuando vivir y no sobrevivir consiste en la toma de decisiones (y en asumir las renuncias).
Hay agendas imposibles y circunstancias que no dependen de uno, pero aún así, es mejor no excusarse, advierten especialistas como el psiquiatra David D. Burns. “Si desea sentirse mejor, debe tomar conciencia de que sus pensamientos y actitudes -no los acontecimientos externos- son los causantes de sus sentimientos”, cuenta en El manual de ejercicios de sentirse bien (Paidós). “No todo está en nuestra mano. Pero uno es el primer responsable de su vida”, dice Casado. Así que si te quedase una semana de vida ¿a qué la dedicarías? Mira hacia atrás y haz balance de cómo has usado tu tiempo. “La mayoría haría cambios. La buena noticia es que estás a tiempo de realizarlos”, anima el psicólogo.
Las soluciones
1. Recapacita. Haz ese ejercicio de introspección que tanto puede incomodarte. Sé honesto contigo mismo y decide qué es lo más importante para ti.
2. Ten un plan. Organiza tu agenda teniendo en cuenta el margen que te dejan tus obligaciones. Que la lista de deseables sea realista al igual que los plazos.
3. Incapacitantes. Ser perfeccionista no ayuda porque un buen trabajo (ni la vida) no es siempre perfecto. Y caer en la queja constante puede bloquearte.
4. Disfruta. No hagas de ciertas obligaciones un mundo. Si cierras ciertos temas, podrás avanzar hacia el camino que te marques. Y ahorrar tiempo.
5. Tóxicos. No puedes cambiar cosas que no dependen de ti. Pero siempre es mejor rodearse de un entorno más proactivo, que no estresante.
El apunte: Procrastinar se aplica a internet y hasta tiene su fórmula
Eternizar las tareas por internet o darle al ‘multitasking’ sin sentido se conoce como el imposible vocablo de interprocrastinar. El fenómeno tiene, además, una fórmula matemática fruto de 10 años de estudio psicológico: U = E×V / I×D. U es el deseo de acabar la tarea cuyo resultado depende de multiplicar las expectativas de éxito (E) por la voluntad (V) dividido por la inmediatez de la tarea (I) multiplicada por la sensibilidad ante los retrasos (D). Casi nada.
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