LA LOCURA DEL SUELO
En este país construimos muchísimo, pero se nos desploma mucho también. Es lo que tiene edificar en cualquier parte y tajar la tierra para las correspondientes y siempre insuficientes infraestructuras.
En Espańa, el ańo pasado, se edificó más que en Alemania, Italia y Francia juntas, esto es, que el solar donde habitan cuarenta y pocos millones de personas se agujereó y enladrilló más que el que ocupan doscientos millones y pico, pero me temo que no se agujereó ni se enladrilló mejor, pues no va quedando en las proximidades de las paredes de las grandes aglomeraciones urbanas espańolas vertedero, cauce, rambla, bosque, playa, duna, humedal o talud donde los especuladores, los inmobiliarios y los alcaldes reconversores de suelo no hayan sentado sus reales. Queda poco sitio en el que aún se puedan levantar enormes bloques de cemento, urbanizaciones de grandes chalets o naves industriales.
Se edifica mucho, ansiosamente, como si creyéramos que en el endeudamiento brutal que genera comprar lo que no se puede, y al triple de su precio real, se cifrara la clave de la felicidad suprema.
Ni el mejor hipnotista, ni el más grande gremio de la propaganda habrían logrado inspirar ésta sugestión colectiva en la que parece sumida la sociedad espańola, pero de los sueńos se despierta, y de las pesadillas también, aunque de éstas cuando ya se ha sufrido lo peor de ellas.
Vemos a los ciudadanos del Carmelo de Barcelona desolados tras haber perdido lo que más nos constituye, el hogar, la casa, a causa de esa furia constructora y destructora a un tiempo. Su realidad y sus sueńos, revueltos entre los escombros, mientras se los va tragando la tierra. Un susto que, de repente, los llevó de vuelta a la realidad, pero sin las cosas que hacen de las casas un hogar.
Más bloques, más carreteras, más AVE, más metro, más y más madera para los contratistas, que esto es la guerra, en tanto perdemos, y nadie nos resarcirá nunca de esas pérdidas, el tiempo, la libertad, el bienestar, la razón y el sosiego. O sea, lo mejor del hogar que llevamos dentro.
*Periodista
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