Uno. En uno de los momentos más afortunados de la comedia Airbag, se apea de una limusina un hombre negro como el azabache: es el lehendakari.

Si bien también se reían del tipo de color (negro) que barre un suelo de la cafetería de Regreso al futuro y aspira a ser alcalde, resultó que un hombre de su raza llegaría años después a ser presidente de EE UU.  

Patxi López, timonel del País Vasco, hablaba estos días de sus gustos musicales. Y a la gente le volvía a extrañar más tener un lehendakari con veleidades indies que uno con la tez morena.

Ya en su día afirmó que le gustaban Los Punsetes, si bien no lo imagino berreando Dos policías: “Dos policías nos separan, ya nos han arruinado el fin de semana”. Ahora insiste en que le pirran McEnroe, Dotore, Chrystal Fighters y Russian Red.

Que a la gente le parezca tan alucinante que un político tenga inquietud por buscar grupos que no necesariamente suenan en Los 40 ni en Cadena Dial no deja de ser un síntoma evidente del rol de la música en este país. Pero yo intuyo otro algo más solapado.

Si a Patxi López en lugar de indie apolítico e inofensivo (aunque en algunos casos talentoso) se declarara fan de  Hay algo aquí que va mal, la versión de Kortatu del Doesn’t make it alright de los Specials, canción recurrente entre los indignados más melómanos, sería diferente.

Pero su lista denota esa visión del pop como hobby (y no como algo realmente importante y vinculante en la vida), en la que las canciones no parecen salpicar la forma de ver el mundo.Dos. Si las estrellas masivas (Alejandro Sanz, etc.) son como un pirómano en un incendio cuando hablan de política en sus Twitter, a las estrellas independientes parece que la política les resbale.

Miento: una de las divas de Patxi, Russian Red, acabó por confesar que era más de derechas que de izquierdas, y esta semana, han salido nuevos artículos al respecto.

Me da pena que se posicione al lado de los conservadores. Más aún en los días en los que al fin parecíamos asistir al deshielo de los cerebros de la juventud española, que por fin protestaba por algo.

Incluso aunque sus palabras fueran descontextualizadas, decir algo así en estos momentos es tomar el atajo perfecto para que el PP te reivindique como el crossover definitivo entre la niña de Rajoy y Norma Duval. Algo que ni ella ni nadie merece. Espero que otros se animen y nivelen la balanza.