INFORME Tierra de tránsito para el oro negro
Georgia, antigua república soviética de unos 4,5 millones de habitantes, tiene una gran importancia estratégica para Occidente. Los occidentales confían en que Georgia se convierta, en un futuro, en el eslabón fundamental para el tránsito del petróleo del mar Caspio.
TERRITORIO DE PASO Desde 1994, un consorcio de empresas, apoyado por EEUU, desarrolla el proyecto de un oleoducto desde Bakú, capital de Azerbaiyán, hasta la terminal del puerto turco de Ceyhan, pasando por Georgia. Su coste inicial es de 2.500 millones de dólares (2.100 millones de euros o 349.410,6 millones de pesetas). La empresa BTC Co. administrará el oleoducto de 1.750 kilómetros, que transportará el crudo del campo azerí de Chirag Gunashi en el 2005. Su capacidad será de un millón de barriles diarios. En el 2007 se construirá un gaseoducto de 900 kilómetros.
ROMPER LA DEPENDENCIA Las dos instalaciones formarán el eje principal del Corredor Energético Euroasiático, patrocinado por Estados Unidos, para acabar con la dependencia de los gaseoductos y oleoductos rusos e iranís para la exportación del crudo de la zona del Caspio y Asia Central hacia los mercados internacionales. Su construcción permitirá un suministro de energía seguro para Israel. El Caspio tiene dos zonas petrolíferas: una está bajo el mar, al este de Bakú, y la otra, en Kazajastán, al otro lado del mar. Los yacimientos explorados de Kazajastán son más grandes que los de Nigeria o Libia, y los campos inexplorados son comparables a las reservas de Irán o de Kuwait. Hay yacimientos de gas.
RECEPTOR DE DOLARES Georgia es uno de los más importantes receptores de ayuda estadounidense. Su papel geopolítico aumentó cuando Estados Unidos comenzó a invertir en el proyecto del oleoducto que reportará a esta república caucásica más de 1.000 millones de dólares (840 millones de euros o 139.764,2 millones de pesetas) en inversiones y 580 millones de dólares anuales por derechos de tránsito. La sociedad civil se ha movilizado contra su construcción, diciendo que los beneficios económicos se quedarán en unas pequeńas élites –herederas de la era soviética– y la población sólo sufrirá los perjuicios y destrozos.
Estados Unidos quiere participar en el reparto de las ingentes riquezas energéticas de la región. Y es ahí donde se encuentra la clave para explicar la postura estadounidense en la crisis y el acuerdo militar firmado con el Gobierno georgiano en la primavera del 2003. Los preparativos para la construcción del oleoducto han estado acompańados por una escalada en la actividad militar de Washington en las exrepúblicas soviéticas que rodean a Rusia. Según la versión difundida por el Kremlin, el principal objetivo del oleoducto Bakú-Ceyhan es marginar a Rusia e Irán como rutas posibles para la exportación del petróleo del Caspio. Moscú ha buscado pues pactos con antiguas repúblicas asiáticas de la URSS para formar una OPEP de Asia Central.
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