Humor y modernidad
30 de Octubre de 2007 | Miqui Otero
Hubo un tiempo no lejano en este país, en el que los instrumentos de rock se conseguían solo en las bases militares que con hospitalidad castiza habíamos cedido a los EE UU. Eran años de bandas imposibles que ora versionaban a los Stones, ora se marcaban un himno tunero en los güisqui clubs. Muchos grupos combinaron entonces el sonido y código de la nueva e indescifrable clase adolescente extranjera (AwopbopaloobopAlopbamboom) con un panorama donde lo más moderno que se podía alcanzar a soñar era el argumento de Pero… ¡en qué país vivimos!: una marca de güisqui y una de manzanilla organizan un duelo entre el rey de la copla (Escobar) y la reina ye-yé (Concha Velasco, ahora en digna lucha contra las pérdidas de orina). De aquella distorsión entre modernidad foránea y desarrollismo franquista salían traducciones graciosas de letras y bandas curiosas: Los Impala (cinturones negros de karate), Los Estudiantes (tocaban la batería apoyada en un diccionario de latín), Curro Savoy (fue el primer guitarrista eléctrico de este país antes de dedicarse a silbar en la banda sonora de spaghetti westerns como El bueno, el malo y el feo)… 1. Allí y ahora. Ahora que nos creemos un país totalmente moderno, sucede algo parecido. Seguimos doblando series intraducibles como Curb Your Enthusiasm por miedo a que alguien no sepa leer y aún creemos que un programa como Muchachada Nuí es difícil para la mayoría del país. Como entonces, que para entender a Los Bravos había que escuchar bien a los Beatles, hay que acudir a una serie de la que los manchegos son fans: The mighty boosh, de la BBC. Dos freaks de manual regentan un zoo, en el que se humillan disfrazándose de animales, viajando al pasado en trips psicodélicos y facturando hits de rap y rock psicodélico. Aquí, han viajado a una jungla en la que se encuentran a una manada de lobos mods con los que bailan un tema parecido a una canción de Frank Zappa, con órganos Hammond típicos de los 60… En Gran Bretaña la serie es todo un fenómeno. Habría que probarla aquí. Los espacios de humor son la mejor marca de modernidad de un país. La continuidad de Muchachada Nuí es una alta razón de estado, una cuestión de orgullo general. El futuro está cerca.
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