Adictiva. La música del trío de Nueva York ostenta la extraña cualidad de hacer fácil lo difícil.

Lo demostraron ayer en Barcelona y lo harán hoy en Madrid, en Joy Slava. Presentan  Gloss Drop, un segundo disco que ha servido de reválida y confirmación. La mejor presentación de una propuesta que arrasa en medio mundo a base de originalidad y rock progresivo. John Steiner, el batería del grupo, habló con ADN.

La expectación que levantáis en Europa es máxima.

En Reino Unido es donde nos acogen con más ganas. Hemos girado por toda Europa, hemos tocado mucho, y ahora recogemos los frutos. Estamos muy contentos.

¿Por qué esa manía de asociaros con el ‘math-rock’ ?

Es algo realmente molesto. De hecho, no sé ni lo que significa hoy en día. Es descorazonador. Algún periodista muy vago  resolvió asociarnos con eso y ahora nos suena ridículo. Es un tipo de música de los noventa con la que no nos sentimos identificados.

¿No  crees que estáis más cerca del groove del funk?

Es un punto de vista interesante pero no somos uno grupo de funk. Si es cierto que hay cierto groove, porque es música que se bailar. Lo que no somos es un grupo cerrado.

¿Y qué dices sobre  el Krautrock, el rock alemán?

Que nos relacionen con bandas como Can o Neu me parece bien. Nos gustan mucho y son una influencia real. Tenemos una visión musical similar con los grupos del Krautrock, sin duda.

Tyondai Braxton dejó el grupo y apenas se ha notado…

Agradezco mucho escuchar esto. Dejó la banda para centrase en su proyecto y ahora sonamos precisamente más funk, menos jazz. Su salida nos abrió a otra manera de componer. Hemos vivido una explosión creativa y experimentado un gran avance.

Parece que sin su presencia habéis relajado el discurso.

No. Ahora somos más extremo y más raros. Los vocalistas invitados nos han dado ideas más complejas.