¿Hacia dónde vamos?
El cambio de pautas sociales y comportamientos individuales ante la natalidad es uno de los que mejor reflejan la evolución de la Humanidad. En tiempos pretéritos, cuando dominaban las religiones deístas, la ciencia estaba en pañales y la economía se sustentaba en masas de obreros, tener hijos no solo era un mandato divino y la forma de garantizar la continuidad de una especie a menudo diezmada por epidemias y guerras, sino también una necesidad para el progreso de las familias y de los países.
Pero las religiones basadas en un Dios creador y omnipotente han dado paso a las cientifistas, que abogan por mejorar la especie con procedimientos artificiales en lugar de multiplicarla por métodos naturales. Los avances en la medicina y las mejoras nutricionales han reducido de forma espectacular la mortandad entre la población infantil. Y avanzamos a todo trapo hacia la robotización, que convertirá en inútiles a muchos trabajadores, que pasarán a ser inempleables.
Vivimos tiempos de transición y, como tantas otras veces, a las mujeres les toca lo peor. La maternidad está en sus genes, pero millones de ellas se ven en el brete de tener que elegir entre la llamada de la naturaleza y la preservación de la autonomía económica que ha sido pilar de su emancipación y, con la crisis, en muchos casos del sustento familiar.
Conviene preguntarnos: ¿Hacia dónde vamos? ¿Qué mundo queremos? | Sigue leyendo.
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